Lunes por la mañana, llegáis a vuestro trabajo con dos tazas de café en el cuerpo pero sin ningunas ganas de poneros en marcha. Las tareas aburridas os consumen, y las quejas propias y ajenas sobre el trato que recibís por parte de la empresa se convierten en un tintineo constante.
Pero a pesar del hastío en el que os veis inmersas, y del sopor de la monotonía… lunes tras lunes volvéis al trabajo con dos tazas de café, pero sin haber hecho nada por cambiar vuestra vida.
¡La zona de confort se ha instalado en vuestras vidas y no os habéis dado cuenta de su llegada! Esta zona pese a apellidarse “de confort” es el peor sillón donde os podéis acomodar ya que es el espacio y la situación donde muchas personas quedan ancladas lejos de sus propósitos, objetivos o sueños.
“La zona de confort tiene una función básica: evitar el riesgo y toda aquella situación que implique afrontar nuestros miedos, debilidades y posibilidades de fallo. Como peaje, permanecer en esta zona nos impedirá alcanzar nuestros sueños”
Por este motivo es importante detectar si habéis entrado en este lugar relajado pero insatisfactorio, y si nos damos cuenta que permanecemos en él… es hora de ¡mover nuestro trasero! (y el resto de nuestro cuerpo) fuera de allí.
Para saber si estáis estancadas en ese sitio sólo tenéis que realizaros las siguientes preguntas: ¿sentís que vuestra vida es aburrida e insatisfactoria? ¿os quejáis continuamente de vuestra situación pero no hacéis nada para resolverla? ¿os gustaría hacer cambios en vuestra vida pero os decís “ya los haré mañana”?
Si la mayoría de respuestas han sido afirmativas, es la hora de dejar atrás los lamentos y ponerse en marcha.
A continuación os dejo algunas claves básicas para empezar a salir de vuestra zona de confort y lograr una vida más feliz.
- Las oportunidades se encuentran, no llegan. Así que decidid que objetivos queréis en vuestra vida (siempre descritos de manera positiva) y detallad las posibles estrategias para llegar a ellos (cuantas más, mejor)
- La mayoría de miedos no son verdad. Paraos a pensar si esos temores que os impiden avanzar son reales, y si lo son, buscad que recursos personales necesitáis para afrontarlos. Por el contrario si son miedos no justificados dejadlos de utilizar como excusas y empezad a provocar pequeños cambios.
- Sois capaces de superar cualquier obstáculo. La vida puede estar llena de dificultades pero pueden solventarse con voluntad y esfuerzo. Recordad las veces que habéis superado situaciones peores. Esto os ayudará a no dar un paso atrás en el camino hacia vuestro objetivo.
- Disponéis de muchos más recursos personales de los que reconocéis. Dejad a un lado la modestia mal entendida y cread una lista de vuestras mayores virtudes.
- Nuestros fracasos y errores nos convierten en más sabios si aprendemos de ellos. Arriesgaros a probar, a realizar pequeños pasos, a hacer las cosas de manera diferente, etc. Y ante un fallo en vuestro plan… un poco de humor y voluntad para mejorar la estrategia.
¡Ahora ya no hay excusas, toca levantarse del sofá y salir a por vuestros sueños!