La microbiota intestinal nos protege de posibles infecciones y ayuda a digerir los nutrientes, asegurando nuestro bienestar digestivo. Se trata pues de una barrera de seguridad para nuestro organismo que debemos mantener en las mejores condiciones posibles.
Sin embargo, los hábitos de vida actuales en los que nos vemos inmersos en las prisas y el estrés, junto con algunas enfermedades y la toma de ciertos medicamentos pueden debilitar nuestra microbiota intestinal y afectar a sus funciones.
¿Cómo conseguir el equilibrio de la microbiota? Para ello es necesario que el número de bacterias beneficiosas esté equilibrado con el de bacterias indeseables, lo que podemos ayudar a conseguir con estos consejos:
- Adoptar hábitos alimentarios más saludables para evitar digestiones pesadas, flatulencia y estreñimiento. Se recomienda realizar cinco comidas diarias ligeras con grandes cantidades de fruta, verdura, cereales y legumbres, respetando los horarios.
- Eliminar el exceso de bacterias indeseables consumiendo sustancias como la canela, la hoja de olivo, el cardamomo o las semillas de hinojo.
- Tomar alimentos o complementos alimenticios con prebióticos y probióticos.
- Probióticos son suplementos alimentarios que contienen bacterias vivas, especialmente bifidobacterias y lactobacilos, que influyen en nuestro organismo para favorecer la salud y el bienestar.
- Prebióticos: Son ingredientes no digeribles que llegan inalterados al intestino donde son utilizados como alimento por la microbiota gastrointestinal, ayudando a mejorar su composición y actividad. Entre los más utilizados se encuentran los fructooligosacáridos, también denominados FOS, formados por unidades de fructosa y glucosa. También actúan como fibra soluble, favorecen la eliminación de sustancias toxicas del organismo y mejoran el estado de la mucosa intestinal. Alcachofas, legumbres, patatas, ajo, cebolla, puerro, trigo, avena, cebada, espárragos, etc., contienen prebióticos.