Ya hemos hablado antes del running y de algunas de sus ventajas para las mujeres, pero hoy quiero desarrollar algunas de ellas así como desmontar uno de los grandes mitos que giran alrededor de este deporte.
Muchas personas piensan que cuando nos hacemos mayores correr deja de ser una actividad física adecuada para nosotras. Nada más lejos de la realidad, porque uno de los grandes puntos a favor de este deporte es que no tiene edad. Así que empecemos por olvidar eso de que solo es patrimonio de la gente joven.
Podemos seguir saliendo a correr tengamos 40, 50 o 60 años. Sin ningún tipo de problema, al contrario, con muchísimos beneficios. Eso sí, siempre sin forzar, haciéndolo a nuestro ritmo y a horas en que no haga demasiado sol y por tiempos no muy prolongados. Teniendo en cuenta estas consideraciones ya estamos listos para calzarnos las zapatillas deportivas y disfrutar del ejercicio al aire libre. Porque precisamente cuando ya no somos tan jóvenes es todavía más necesario luchar contra el sedentarismo y estar activas.
Una vez aclarado esto, ¿qué nos aportará correr? Como veréis, los efectos positivos son muy numerosos, y podemos dividirlos entre los físicos y los psicológicos.
En cuanto a los primeros, el running mejora el tono muscular y la densidad ósea (con lo que previene la osteoporosis), activa el metabolismo, estimula la eliminación de toxinas y ayuda a controlar la diabetes y a descansar mejor, entre otros muchos beneficios.
Y en lo referente al bienestar psicológico, está comprobado que, como todas las actividades físicas, correr aumenta la autoestima y la autonomía, da estabilidad emocional, combate la ansiedad, el estrés y la depresión, mejora la vida sexual y la autodisciplina, etc.
Como veis, con esta práctica deportiva no tenéis nada que perder y sí mucho que ganar. Por eso os animo a todas a desterrar los prejuicios y a probarlo. Ya me contaréis.