Ir a la cocina y coger nueces en vez de chocolate no es casual. Se debe a tu estado de ánimo. Y es que, las emociones y el estrés influyen enormemente en el apetito; pocas veces lo quitan, muy al contrario, la mayoría de veces lo aumentan. ¿Resultado? Remordimientos por comer en exceso. Conoce cómo puedes abordar este problema tan común con soluciones a tu alcance.
Confundir la ansiedad con el hambre y buscar consuelo en la comida cuando los problemas nos asedian es algo más habitual de lo que creemos y suele afectar más a las mujeres que a los hombres. El estrés y los problemas de distinta índole son las causas más frecuentes que llevan a querer asaltar la nevera. ¿La consecuencia? El sobrepeso y los remordimientos que no hacen sino empeorar la situación de partida y añadir otro problema extra.
Los ataques de gula se dan porque comer produce una satisfacción inmediata, ayuda a olvidar todo lo demás y la comida se convierte en un refugio, aliviando el malestar que se siente. Pero el placer dura poco tiempo y se puede entrar en un círculo vicioso que hace que estos atracones sean cada vez más frecuentes.
Soluciones al alcance
Pero, ¿cómo se pueden superar? Una vez más, reconocer que el problema existe es el primer paso para empezar a superarlo:
- Cada estado de ánimo hace que tu organismo reclame un tipo de alimento distinto. Por ejemplo, la ira nos hace desear productos que mantienen esa sensación de enfado (excitantes como la cafeína); otros, como la tristeza, nos llevan a consumir alimentos que nos eleven la moral (como el chocolate). Por ejemplo, cuando estás contenta el cuerpo te exige alimentos que segreguen serotonina (un transmisor esencial para la actividad cerebral), provocando una gran sensación de relax y bienestar. Mientras que si estás aburrida es probable que te lances al picoteo, a ese “comer sin darte cuenta”.
- Es importante saber identificar cuando se está produciendo un ataque de gula y pararlo, cambiando de actividad o posponiéndolo para que dé tiempo a reflexionar sobre ello y evitar así el primer impulso.
- Contar con la ayuda de un psicólogo permite ir a la raíz del problema y buscar las herramientas necesarias para superarlo. Es importante identificar por qué se padece estrés o cuáles son los problemas que están dando pie a buscar consuelo en la comida.
- Marcar unos horarios de comida y planificar lo que se va a tomar es una estrategia que puede ayudar. Prescindir del picoteo es muy complicado pero lo que sí se puede hacer es disponer de opciones saludables a mano, como cereales sin azúcar, crudités de verdura acompañados de queso bajo en calorías, tortitas de arroz o maíz, smoothies caseros… Ir viendo cómo se dejan atrás los atracones compulsivos y se empieza a llevar una dieta sana y equilibrada ayudará a generar confianza y autoestima, animando a seguir por el buen camino.
- Dejar de comprar productos hipercalóricos es otra buena manera de evitar caer en la tentación entre horas. También conviene alejarse de los productos precocinados o aquellos preparados que están listos para consumir. Disponer de ellos hace que comer sea más fácil, por el contrario cocinar y dedicar tiempo a la preparación de las comidas hace que se reflexione más sobre lo que se come y se evite de manera consciente aquello que no es saludable.
- Recuerda no ser demasiado exigente contigo misma e ir felicitándote por cada prueba superada y cada objetivo conseguido.
- Rodéate de gente que te entienda y que sea una buena influencia para ti. Contar con su comprensión y su estímulo positivo pueden ser una ayuda muy importante.
Junto a los anteriores consejos, es de vital importancia atajar la ansiedad y el estrés y controlarlos de manera permanente con hábitos adecuados de dieta, descanso y ejercicio físico. Desde la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés recomiendan comer sano evitando las comidas que sobrecargan al organismo con pesadas digestiones, usar el tiempo de comer como momento de descanso y ruptura con las actividades profesionales, no abusar del alcohol y aprovechar la comida para hacer vida social y familiar.
En cuanto al descanso, es conveniente dormir lo suficiente (en torno a ocho horas), tomar vacaciones y fines de semana como tiempo de ocio y descanso y dejar el trabajo en la oficina. La actividad física también juega un papel crucial a la hora de decir adiós al estrés. Por eso, se recomienda practicar algún deporte que te ayude a relajarte, caminar al menos 30 minutos al día y entrar en contacto con la naturaleza.