Las vacaciones suponen un cambio en nuestras rutinas como pareja, algo que en sí mismo resulta apetecible. Pero estas novedades también llegan con una serie de reajustes en la familia que hemos de realizar en un tiempo récord, ya que nos disponemos a convivir en un espacio y en unas condiciones diferentes a los habituales. Aquí tienes algunas sugerencias para que estas vacaciones sean un placer para vuestra pareja.
1. Ante todo, plantéate el objetivo de disfrutar. Son tus vacaciones, y nada ni nadie te las va a arruinar. Si lo tienes presente, te resultará mucho más fácil sortear los pequeños inconvenientes que surjan y actuar con flexibilidad.
2. Establece un nuevo reparto de responsabilidades. Si habitualmente eres el motor de la vida doméstica, y sobre ti recaen las tareas que gestionan la vida en casa, no creas que por el hecho de que todos tienen más tiempo libre las cosas van cambiar de manera espontánea: hace falta que lo provoques tú. Reúne a tu familia y establece acuerdos sencillos acerca de esos detalles que habitualmente les pasan desapercibidos: quién y cuándo pone la lavadora, recoge la mesa, friega los cacharros, va a la compra, hace las camas, limpia el baño… Recuerda que las vacaciones son para disfrutar, tú incluida. Es importante que todos se comprometan y que tú delegues en ellos.
3. Con tu pareja, expresa tus necesidades. A menudo creemos que, como nuestra pareja nos quiere, detectará qué queremos sin necesidad de decírselo. Así nos evitamos pedir, algo que nos parece egoísta. No es así: pide, es un ejercicio de intimidad y confianza. Además, una dosis razonable de egoísmo resulta imprescindible para la vida amorosa. Tendrás mejores resultados si cuidas las formas, porque pedir con un “me apetece tomar el aperitivo contigo” o “necesito descansar” es más eficaz que quejarse a base de “nunca nos tomamos el aperitivo juntos” o “estoy harta de ser siempre yo quien barre la arena que dejas en el baño”.
4. Complaceros mutuamente. Sois un equipo, recuerda, y estáis aquí para disfrutar juntos el uno del otro. Además, os queréis, y ello implica haceros felices mutuamente sin que eso suponga que uno lo es a costa del bienestar otro. En las parejas es importante el equilibrio entre dar y recibir, de lo contrario corremos el peligro de que nuestra relación sea más materno o paternofilial que de pareja. Llegar a este punto supone el fin del erotismo. Los padres dan a los hijos, pero las parejas se dan entre sí. Tal vez te resulte muy fácil y gratificante dar, pero por el bien de tu vida amorosa aprende a recibir. Y quizás debas también aprender a pedir.
5. Dosifica tus discusiones. Perdemos mucho tiempo y entusiasmo al intentar llevar la razón, y nos olvidamos de que salir victorioso de una pelea es lo de menos en una pareja. Porque cada uno tiene sus razones, motivo por el que ninguno tiene la razón. Como la comunicación es un elemento importante en las relaciones, creemos que al discutir nos estamos comunicando. No es del todo cierto: en una discusión dejamos de escuchar al otro y de ponernos en su lugar; se convierte en una batalla cuando queremos salir triunfantes y no llegar a un acuerdo beneficioso para los dos. Estamos de vacaciones: zanjemos las polémicas mirando al otro y regalándole una sonrisa. Es increíble cuánto puede llegar a desarmar este simple gesto.
6. Buscad momentos de intimidad. No solo para iros a la cama, sino sobre todo para disfrutar juntos de lo que habitualmente no tenéis tiempo. Un baño en el mar, una cena romántica, unas preciosas vistas, una excursión emocionante… Juntos con la intención de pasarlo bien y charlar, pero no de los problemas sino de lo agradable y bonito que es todo. Estar juntos y solos es necesario para que la pareja se reencuentre eróticamente.
Y olvídate del perfeccionismo. A menudo la realidad no está a la altura de nuestras expectativas, y pedimos demasiado a las vacaciones. Al fin y al cabo, cuando hacemos las maletas también nos llevamos con ellas nuestros problemas de siempre. Llena tu tiempo libre con grandes dosis de pequeños placeres, y no te apetecerá dedicar demasiada atención a las viejas dificultades.
Recuerda: este verano te has propuesto disfrutar de verdad.