La llegada de un hijo/a supone una época de transición, en la que, en función de los recursos para enfrontarla, se conseguirá una superación y evolución personal o bien será un periodo de crisis.
Hay que saber que la respuesta sexual femenina esta mediada por hormonas y neurotransmisores; que, por lo tanto, tiene un control biológico respaldado por el sistema nervioso y que, además, está influido por factores socioculturales e individuales, tanto físicos como psicológicos. Las influencias culturales, los mitos y creencias en ámbito de sexualidad, las experiencias previas van a influir también en como nuestra sexualidad evoluciona y cambia en cada etapa.
Por todo ello, tras el parto, momento en que todo se revoluciona, a nivel emocional, funcional y físico, económico, y como no, sexual, nos encontramos en una etapa en la que se van a dar una serie de cambios, algunos de los cuales, no somos conscientes o no conocemos. La adaptación no siempre es fácil y poder compaginar una vida de pareja normal, una vida sexual saludable, una conciliación laboral y una maternidad y paternidad satisfactoria es en muchas ocasiones un reto que cuesta llevar a término.
Cambios físicos y psicológicos
A nivel hormonal nos encontramos en un escenario en el que disminuyen los estrógenos y la testosterona, hormonas mediadoras del deseo, en gran parte influido por la prolactina.
La prolactina, que es la hormona que nos estimula la producción de leche, juega un papel inhibidor de estas hormonas, sobre todo en las etapas iniciales. Y durante la lactancia, el pecho pasa de ser zona erógena a fuente de alimentación, cosa que puede generar reticencias por ambas partes de la pareja.
Existen también las consecuencias físicas del parto. A nivel de periné pueden quedar cicatrices dolorosas que dificulten la penetración. Y no solo eso, la bajada de estrógenos que ya se ha comentado, es causa de menor hidratación y lubricación por lo que puede causar dolor en el coito. Por este motivo una de las indicaciones más importantes en el reinicio de la actividad sexual es el uso de hidratantes para mejorar las condiciones basales genitales y lubricantes que facilitan las relaciones coitales.
Los cambios corporales de la mujer (como las estrías) pueden en muchas ocasiones mermar la autoestima de la mujer y verse reflejado en su sexualidad. De la misma manera que si se asocian disfunciones del suelo pélvico, como pérdidas de orina o prolapsos.
A nivel psicológico, muchas mujeres presentan afectaciones a nivel de su estado anímico, que suelen ser temporales y leves, pero que, en determinados casos, de mayor gravedad o persistencia en el tiempo, pueden requerir acompañamiento psicológico e incluso tratamiento farmacológico.
Cambios relacionales. Vías de conflicto
Las normas establecidas en la convivencia de la pareja ya no sirven al 100%, un nuevo proyecto de vida empieza y muchas veces hay que reconducir las pautas.
La sexualidad antes, durante y después de la gestación también sufre cambios y eso implica también adaptación por parte de los dos miembros de la pareja. El diálogo, el reconocimiento y la aceptación de los nuevos roles son básicos.
Es un momento en el que pueden aparecer en la pareja celos y agravios comparativos. Motivo por el que tan importante es la comunicación y el diálogo, ambos imprescindibles para una sexualidad satisfactoria.
Pueden existir diversas causas o vías de conflicto en la nueva convivencia de la pareja, que según la resolución o no pueden dar lugar a problemas, como serían, por ejemplo:
- Consensuar las nuevas tareas con el hijo/a, puede generar discusiones.
- Hacer el trabajo pactado, puede generar cansancio.
- Aprender a interpretar las demandas de un niño/a que solo se expresa llorando, y eso causa estrés y sensación de impotencia.
Pero no tan solo a nivel relacional se generan discordancias, a nivel sexual muchas veces se hacen más manifiestas las necesidades sexuales de cada miembro de la pareja, que no siempre son similares. El deseo en la mujer suele verse muy disminuido, mientras que en el hombre suele mantenerse, creándose así una brecha sexual que puede llevar a insatisfacción por ambas partes (por obligatoriedad en cuanto a sexualidad, por una parte, y por inactividad insatisfactoria por la otra parte). Por ello, es importante recalcar que la sexualidad es algo de lo que cada cual es responsable, y que no depende de otros la propia satisfacción. Dialogar y llegar a un equilibrio suele ser la manera más fructífera de resolución de problemas.
También es un momento en el que el planificar un nuevo método es importante ya que el miedo ante un nuevo embarazo puede también interponerse en la sexualidad de pareja.
Tips & tricks para mejorar la sexualidad en esta etapa
Los consejos en esta etapa más importantes serían:
- Establecer unas nuevas “normas de convivencia”
- Mantener una comunicación franca y respetuosa
- Preservar momentos de pareja exclusiva, en la medida de lo posible, en el que la pareja reconecte momentos de intimidad.
- Estimular las fantasías sexuales como motor del deseo.
- Potenciar la sensualidad, reconectando con los sentidos del tacto, olfato, etc.
- Desmitificar el coito como finalidad o sexualidad satisfactoria.
- Tratar, si existen, problemas en cuanto a disfunciones de suelo pélvico.
- Utilizar métodos anticonceptivos seguros y fiables para evitar embarazos no deseados en relaciones heterosexuales.
- Utilizar hidratantes y lubricantes que faciliten la relación coital, si se precisan.
- Valorar y tratar cicatrices, contracturas perineales y todo lo que pueda causar dolor coital.
De esta manera, la crianza puede significar:
- Una superación positiva en la que el inicial sacrificio dará lugar a la resolución de problemas, a la satisfacción, la admiración mutua. De esta manera facilita la reaparición del deseo, la maduración personal y de pareja y la reactivación de la sexualidad en un nuevo escenario.
- Una superación negativa en la que a menudo en lugar de padres biológicos se dan tan solo padres exclusivos, donde la vida de pareja queda relegada a un último plano.