¿Por qué sexualidades?
Porque igual que no existen dos mujeres iguales, no existen dos formas de vivir la sexualidad igual. La sexualidad es un aprendizaje continuo, adaptado según la edad, según la educación sexual de base y según el momento sociocultural vigente. No podemos hablar de la misma manera en nuestra sociedad y en este momento, que en otra cultura actual o en la nuestra en un momento pasado. Por lo tanto, la sexualidad es un proceso vivo y cambiante y que se debe contextualizar y abordar los mitos vigentes en el momento. Y para saber qué cambia tenemos de partir de lo que tenemos antes de la etapa madura, de donde partimos, de qué generación somos
¿Cómo es la mujer adulta en nuestro tiempo?
Las mujeres que ahora entran o están en esta edad adulta son las de la generación de los babyboomers, aquella generación hippie, que llegó a la luna, que vio nacer la TV en blanco y negro. La generación de Nelson Mandela, los Beatles y de Elvis. Son mujeres nacidas entre 1946 y 1964. Mujeres que vivieron la liberación sexual de la mujer, pero que en España vivieron bajo la represión de la dictadura. Y las que entran o entrarán ahora en esta etapa son las de la generación X que han nacido entre 1965 y 1980. Es una generación que ha vivido el fin de la guerra fría, la que tuvo el primer ordenador personal y la que empezó a navegar por internet. La generación de Queen, de Michel Jackson y de Madona y de Friends. Una generación de mujeres independientes, abiertas a la diversidad y activas tanto laboralmente como en ocio y diversión.
¿Con qué mitos se trabaja en esta etapa?
Cada etapa tiene unos mitos vigentes y en nuestra sociedad, por ejemplo, uno de los mitos a combatir es que con la edad adulta la sexualidad “pasa a la historia”, o que el objetivo de una sexualidad satisfactoria es el coito, la penetración y lo demás son tan solo preliminares, que la mujer madura ya no es deseable o deseante, o que la masturbación no tiene lugar cuando hay una pareja.
Somos seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos, lo único que cambia es nuestra vivencia de la sexualidad. Y el objetivo de la sexualidad no es el coito, es la intimidad, el placer, la comunicación.
Con el paso de la edad fértil a la edad madura la mujer sufre unos cambios físicos, hormonales y psicológicos. Y muchas veces se acompañan de cambios también a nivel de la relación de pareja o de familia. Es una etapa de reorganización vital. Y todo ello repercute en la sexualidad, evidentemente.
¿Y cómo lo hace? ¿Qué dificultades pueden encontrarse en esta etapa?
Pues en primer lugar hay que conocer que la sexualidad después de los 50 años va a venir condicionada por la sexualidad previa a esta edad. Que el hecho de que pueda presentarse un problema o una dificultad sexual va a venir determinado por cambios no sólo físicos y hormonales, sino también por cambios derivados de posibles enfermedades, tanto físicas como psicológicas y sus tratamientos, así como la relación de pareja existente.
El cómo la mujer va a adaptarse al paso del tiempo y a su aceptación de este son la base de la vivencia de la sexualidad. A través de la sexualidad, la mujer expresa su identidad, sus necesidades emocionales y de proximidad hacia los demás.
Muchas mujeres manifiestan una disminución en el deseo. A menudo esta falta de deseo se ve más acentuada ante la bajada hormonal que implica la menopausia, evidentemente, pero también hay que tener en cuenta que la mujer, cuando se trata de parejas de larga evolución, pueden ver el deseo que llamamos espontáneo disminuido, y en cambio suele presentase un deseo responsivo, es decir, que gracias a una intimidad con la pareja, un predisposición al contacto, y una buena sintonía con la pareja hacen que el deseo aparezca a medida que existe la aproximación sexual. Explicar esta simple normalidad en la respuesta sexual femenina en las parejas de larga evolución a ambos componentes de la pareja ya hace que se resuelvan dudas y posibles conflictos de pareja.
De la misma manera tenemos que saber que la respuesta excitatoria se enlentece y que el periodo refractario (de recuperación) se alarga, en ambos sexos. Por lo tanto, se requieren a menudo nuevos juegos o prácticas para poder alcanzar una relación satisfactoria.
Por otro lado, entra en escena la progresiva sequedad vaginal consecuencia de la disminución de estrógenos de la menopausia. En muchas mujeres, esta sequedad implica un dolor en el coito que pueden llegar a imposibilitar la práctica de este. A pesar de que el coito no es el objetivo final, sí es cierto que forma parte del amplio abanico sexual, y siempre que se pueda, se debe intentar dar solución a este problema. Las posibilidades terapéuticas son amplias en función de la severidad de la sequedad y van desde tratamientos locales con hidratantes y lubricantes, hasta las nuevas terapias regenerativas mediante el láser o el plasma rico en plaquetas, pasando por la terapia hormonal local o sistémica, etc.
Es decir, que debemos enfocar la sexualidad en esta etapa en función de nuestras vivencias, haciendo un replanteamiento de nuestro erotismo, donde la sensualidad retoma un protagonismo perdido, y aprovechando que lo que también afecta al placer, la erótica y el deseo, como es la obligatoriedad de los hijos o la laboral, suele disminuir, por lo que esta etapa de reorganización vital podemos mirarla bajo el prisma de la pérdida o bien enfocarlo desde el prisma de las nuevas oportunidades y nuevos descubrimientos.