Las emociones con connotaciones negativas, como el estrés y la ansiedad, son en el fondo mecanismos de supervivencia y,aunque no podemos elegirlas ni evitarlas, podemos reconducirlas.
Recuerda que tienes en tus manos el potencial de mejorar tu vida y que incluso una pequeña dosis de estrés puede venirte bien para estar en guardia y afrontar con serenidad las dificultades del día a día.
El exceso de trabajo, dentro y fuera de casa, nos lleva a situaciones extremas. La sensación de no llegar a nada, de ir corriendo a todas partes y de que el día tenga más de 24 horas es casi una norma en la vida de cualquier mujer. Tanta sobrecarga termina poniéndonos contra las cuerdas y generando situaciones de estrés que nos llevan al límite.
Cualquier suceso puede dar lugar a una situación estresante: un exceso de trabajo, planificar un evento como una boda, el nacimiento de un hijo, exámenes… Los síntomas son fácilmente reconocibles, y van desde estados de ansiedad más o menos agudos a una sensación de presión constante, confusión e irritabilidad. A nivel físico, se manifiesta en molestias estomacales, dolor de cabeza o de pecho; problemas en la piel (como alergias o eczemas) o de sueño, comer, fumar o beber en exceso…
Indudablemente, cada persona afronta de manera diferente este tipo de experiencias, pero el mejor método es tomárselo como un reto: una cierta dosis de estrés puede ser un aliado a la hora de mantenernos alerta y a resolver dificultades con determinación, una excelente oportunidad para poner en marcha nuevos recursos personales y fortalecer la autoestima. La clave está en saber aprovechar ese impulso y en reconocer cuándo puede estar poniendo en peligro nuestra salud y bienestar.
Consejos para poner el estrés a raya
No hay una fórmula mágica contra el estrés y la ansiedad que nos genera, pero sí se pueden identificar sus causas para que, cuando se presenten, sepamos controlarlas sin que nos afecten en exceso. Estas son nuestras recomendaciones:
- El primer paso es tener conciencia de las propias emociones negativas, porque quien no se percata de ellas queda a su merced.
- No te sobrecargues con actividades y planifícalas bien. Lo mejor es tener claro cuáles son tus quehaceres diarios y priorizarlos. Es conveniente que estimes cuánto tiempo vas a dedicarle a cada una para ser más operativo y eficaz.
- Delimita tus responsabilidades y delega en la gente que te rodea. Es importante conocer cuáles son tus responsabilidades según tu puesto de trabajo, tus funciones y las tareas qué puedes delegar. Así evitarás el agobio y la sobrecarga de trabajo.
- Intercala con tareas más fáciles que no requieran una concentración máxima para dinamizar el ritmo de trabajo, despejarte un poco y no terminar exhausto.
- Se realista, no trates de ser perfecta y pide ayuda cuando no puedas con algo, ya sea en el trabajo, en casa o en cualquier ámbito de la vida. Cuidado con aceptar todas las responsabilidades. A veces hay que decir "no" y evitar que te caigan todos los problemas y te supere la situación.
- Márcate objetivos reales, para no caer en la frustración más absoluta si no logras conseguirlos.
- Aprende a relajarte. ¿Cómo? Tómate tu tiempo para disfrutar de distintas actividades que te calmen y te resulten placenteras: haz deporte, práctica técnicas de relajación, queda con amigos… Cualquier hobby es bueno para cambiar el chic y olvidarnos de nuestros problemas.
En cualquier caso, cada persona es un mundo y reacciona de distinta manera ante el estrés y los problemas que nos ocasionan. Algunas tienen una resistencia natural y se mantienen serenos bajo presión, lo que les ayuda a resolverlos con calma. Lo importante es aprender a minimizar las cosas, a pensar que los retos son oportunidades que se presentan y las situaciones difíciles no son desastres sino problemas momentáneos. Fíjate unas metas reales, tómate tu tiempo para relajarte y no olvides que un poco de estrés te motiva a tomar una acción positiva que te ayudará a lograr las metas que te propones.