La convivencia en pareja provoca habitualmente confrontaciones que, si no se atajan, pueden desembocar en conflictos irreconciliables a la larga. Evitarlas no es la solución: la clave está en cómo afrontar cada discusión para evitar que derive en una fuerte bronca. ¿Es eso posible? Te damos las claves para conseguirlo.
Algunas parejas viven en un permanente estado de confrontación, aunque, en ocasiones, la irritación previa a una fuerte discusión nada tiene que ver con un problema relacionado directamente con la otra persona. En cualquier caso, sea cual sea el desencadenante, es imprescindible que sepas conducir –o reconducir– las discusiones para no caer en disputas encarnizadas que no llevan a ninguna parte. Si crees que te irritas demasiado cuando surge un desencuentro, intenta identificar previamente qué es lo que te ha llevado a enfadarte o molestarte, además de saber encontrar el mejor momento para discutir:
- Descifra tus propias sensaciones: Localiza el motivo real de tu malestar, a veces puedes pagar frustraciones con tu pareja que nada tienen que ver con ella.
- Investiga lo que subyace: Si efectivamente se trata de un problema exclusivamente con tu pareja, intenta indagar dónde está la raíz del problema y no te quedes en lo superficial. En ocasiones, las discusiones suelen producirse por cuestiones banales que realmente esconden otros motivos más profundos como la falta de confianza o las dudas en el compromiso del otro.
- Abre tu corazón: Comenta todo lo que te molesta. No dejes nada en el tintero. Es mejor expresar lo que sientes a reservar información por vergüenza o miedo a herir a la otra persona. Quizá duela en el momento, pero es la forma más efectiva de aclarar la situación por completo
- Encuentra el momento: De nada sirve comenzar una disputa en medio de una cena romántica o familiar o delante de un grupo de amigos. La presión de la situación lleva siempre a querer imponerse sobre el otro con malas artes. Respira hondo y espera a estar sola con tu pareja.
Aún estableciendo estas bases, es complicado no perder los nervios en el momento en el que la discusión alcanza su cenit y te sientes a años luz del punto de vista de tu pareja. Las discusiones son normales en una relación sentimental, pero debes manejar su curso para que no deriven en peleas dañinas. Aunque son difíciles de ejecutar en caliente, existen técnicas para evitar que la conversación acabe en un cruce de declaraciones tóxico:
- Respira hondo: Si mantienes la calma, podrás hacerte entender más fácilmente. Cuenta hasta cinco antes de exponer tus argumentos y no alces la voz ni insultes.
- El ataque no es la mejor defensa: Si acusas sin argumentos, la conversación subirá de tono y las posturas se distanciarán más aún. Por gritar más no vas a tener más razón.
- Mantente firme pero amable: Discutir es sano si se hace con un fin constructivo. Expón tu punto de vista con seguridad, pero intenta encontrar las palabras correctas para explicarte.
- Respeta su opinión: La clave de una discusión saludable reside en saber empatizar con la otra persona. Por mucho que no entiendas sus motivos, ponte en su lugar, puede que así logres entender más fácilmente cómo se siente.
- Mira a los ojos: En plena discusión, mantén la mirada hacia la otra persona. Es fundamental que establezcas una conexión emocional con tu pareja. Denota que te importa y la tensión disminuirá.
- Pon todos tus sentidos: Cuando te toque escuchar a ti, implícate al máximo. No solo se trata de oír su versión, sino de fijarte en su gestualidad, en cómo reacciona... Cada uno de sus movimientos te enseñarán qué siente y qué le preocupa.
- Busca el consenso: En una discusión, puede que los dos tengáis parte de razón. Pide lo que creas justo, pero también debes ceder o la riña acabará siendo solo el preludio de una más grande.
- Perdona y discúlpate: Es muy difícil acometer una disputa sin que al final de la misma se hayan dicho cosas de las que luego te arrepientas. Zanja la conversación con una disculpa si dices algo que esté fuera de lugar y acepta el perdón de tu pareja por lo mismo.
Recuerda que no es aconsejable rehuir la confrontación, ya que esa actitud solo deriva en que el problema se haga aún más grande. Las fricciones son inevitables en una relación sentimental, pero en ti y en tu pareja está el saber llevarlas con naturalidad. Si sientes que te cuesta más de lo normal discutir sin llegar a pelearte, prueba a establecer, junto a la otra persona, sesiones semanales de un par de horas para sentaros a dialogar y encontrar soluciones a vuestros problemas. Es importante hacerlo en un momento de tranquilidad para ambos y que se pongan sobre la mesa todos los asuntos pendientes de resolver.
En tu mano está aprender a discutir. Recuerda que el conflicto es positivo, siempre y cuando sirva para mejorar tu vida en pareja.