Todos sabemos que la infidelidad no es plato de buen gusto para nadie, pero a pesar de ello, en algún momento de nuestras vidas hemos traspasado la frontera (real o imaginariamente) y nos hemos posicionado en “ese lado oscuro” de las relaciones.
Cuando somos las personas causantes de este engaño nos intentamos justificar de mil maneras: “ha pasado porque mi pareja no me hace caso”, “no estábamos en un buen momento”, “había bebido y no sabía lo que hacía”, etc. Eso sí, cuando estamos en el equipo de los engañados, no hay excusa que nos sirva para digerir tanta tragedia.
¿Por qué nos duele tanto una infidelidad por parte de nuestra pareja?
La infidelidad es un sentimiento de deslealtad, de engaño, de pérdida de confianza que hace tambalear los pilares de nuestra relación y la imagen que teníamos nuestra pareja.
Sentimos que la sinceridad que habíamos depositado en nuestra pareja se rompe y que nuestros esfuerzos y compromisos con el proyecto de vida en común carecen ahora de sentido.
Poco a poco nos vamos adentrando en un estado emocional donde converge la tristeza por lo que era y ya no es, junto con estallidos de rabia debido a la injusticia que se ha cometido.
¿Y qué debemos hacer ante una infidelidad?
No hay recetas mágicas ni reglas aplicables a todas las parejas. Si bien es cierto que, en una minoría de los casos, esta infidelidad se convierte en la chispa que reaviva de nuevo la relación, en la mayor parte de las ocasiones se vuelve difícil recuperar totalmente la confianza en el otro.
Un primer paso a tener en cuenta es afrontar la situación sin negar la evidencia. En múltiples ocasiones las personas evitan hacer frente a una infidelidad de su pareja por miedo al sufrimiento. Pero esa evitación de lo evidente puede provocar el enquistamiento de dicho conflicto, provocando malestar e inseguridades a medio y largo plazo.
El ser humano es capaz de gestionar situaciones adversas y aprender de ellas. Puede que esta situación te ayude a conocer tus fortalezas, descubrir tus recursos para salir adelante y sobretodo, decidir qué cosas quieres en tu vida y cuáles no.
Un segundo paso necesario sería comunicarnos con nuestra pareja y hablar sobre la infidelidad de manera abierta y sin tapujos. El ponerle nombre a la situación, conocer su versión de los hechos puede ayudarnos a tomar una decisión al respecto. Muchas parejas encuentran una diferencia notable en el hecho de si la infidelidad es producto de una locura de una noche o bien es algo reiterado, como por ejemplo, mantener una relación sexual y afectiva continua en el tiempo con otra persona.
Otro aspecto importante sería darnos tiempo y espacio para reflexionar sobre lo que ha pasado antes de tomar una decisión definitiva. Eso puede ayudarnos a elegir de manera acertada qué futuro queremos, sin caer en el enfado o rabia del momento.
Necesitamos conectar con nosotras, cómo nos ha hecho sentir esta situación, qué queremos en nuestra vida, etc. Además revisar nuestra relación (qué nos ha aportado en todo este tiempo, cuál es nuestro proyecto común de futuro, qué aspectos nos hace feliz, etc.) y ponerla en una balanza junto con la infidelidad puede ayudarnos tener las cosas más claras.
La infidelidad no siempre es un final, es el inicio de un periodo de crisis en la pareja del que se puede salir magullado pero vivo, siempre que hayan las ganas, recursos, fortalezas y la unión suficiente.