Los médicos las llaman Enfermedades de Transmisión Sexual, pero los sexólogos preferimos darles el nombre de Enfermedades de Transmisión Genital. Porque se trata de dolencias que se transmiten a través de los genitales, no del sexo. Porque besarse es sexo, también acariciarse y susurrarse. Incluso mirar y que te miren. Y, de momento, esos no son los medios que escogen la gonorrea o la enfermedad inflamatoria pélvica para pasar de un cuerpo al otro; prefieren los genitales.
Si sospechas que te has contagiado de algún virus o bacteria porque notas dolor, irritación, un olor diferente o que algo ha cambiado en tu zona pélvica, lo primero que tienes que hacer es ir a tu ginecólogo. Él te hará las pruebas necesarias para saber qué te pasa y qué tratamiento debes seguir. La mayoría de las infecciones de este tipo se resuelven con los medicamentos adecuados, y casi nunca es necesario alarmarse ni cambiar de vida.
Posiblemente, mientras dura la dolencia, tu médico te recomendará una temporada de “abstinencia sexual”. A lo que se refiere es a que no incluyas los genitales en ningún juego erótico, no a que debas olvidarte del resto del cuerpo. Es más, tu infección puede ser una buena oportunidad para que tu pareja y tú descubráis la sutil riqueza de lenguajes que maneja el deseo. Se trata de hacer el amor olvidándose de la cópula. Incluso de no buscar la excitación ni los orgasmos. Quién sabe, tal vez descubráis que hay vida más allá del coito, que en su origen tenía el prometedor significado de “ir juntos” y que hoy se ha quedado restringido a un acto que dura escasos minutos. Qué paradójico: algo tan breve y tan restringido sobre lo que recae un sinfín de expectativas …
Por otro lado, una enfermedad de transmisión genital también puede brindarte la ocasión de conocer mejor esa zona de tu cuerpo y de acostumbrarte a cuidarla. Es posible que te des cuenta de que, como la piel de tu cuerpo, tus genitales necesitan atenciones especiales, como la hidratación, un extra de vitaminas y nutrientes o el mantenimiento de una buena flora.
Y si no tienes pareja estable, seguro que no necesitas que te repitan una vez más lo importante que es protegerte con preservativos. El DIU evitará que te quedes embarazada; la píldora también, pero como debilita tu flora vaginal la deja expuesta a invasiones de hongos oportunistas como la Cándida. Y tampoco es una barrera contra los virus y las bacterias. Por eso, deberías usar el condón si decides mantener relaciones genitales. Y si has pensado no utilizarlos, tal vez sea buena idea aventurarse a dejar los genitales fuera del juego y a recrearte en las mil y una posibilidades físicas y emocionales que acompañan cada encuentro.