Como mujer es posible que estés más que acostumbrada a llevar la voz cantante en casa, y si además trabajas y tienes un puesto de responsabilidad, tus dotes de líder se ponen a prueba. Resolver conflictos, afrontar resistencias, situaciones de estrés, pérdidas de confianza, necesidad de delegar... ¿Te suena? Te enseñamos cómo sacar a relucir tus mejores dotes de mando.
El cole de los niños, sus clases extraescolares, las tareas del hogar, los problemas del trabajo, un puesto de responsabilidad... Las mujeres tienen esa habilidad innata para gestionar distintos problemas en ámbitos bien diferentes, controlando la situación. Pero, ¿se puede ser un auténtico líder en ambos ámbitos?
Cualquier persona puede, todo depende de su capacidad de sacrificio y del esfuerzo que emplee en desarrollar sus habilidades y cualidades. En cualquier caso, un líder no nace sino que se hace a sí mismo a través de un largo proceso de aprendizaje. Es aquella persona capaz de ir un paso por delante de los demás. Sabe lo que quiere y consigue las metas que se propone; es capaz de hacer que las cosas cambien y mejoren; tiene en cuenta su entorno y lo sabe animar y dinamizar. Y por supuesto, tiene buena capacidad comunicativa.
En el hogar
Tal vez sea el más difícil de lograr por la implicación de sentimientos que esta tarea conlleva. Sobre la pareja recae la difícil tarea de educar a los hijos para convertirlos, el día de mañana, en adultos serios y responsables. Vosotros sois su ejemplo y de vosotros depende que esta empresa tenga éxito. Y aunque se trata de una tarea conjunta, en la mayoría de los casos son las madres las que asumen ese rol y no les resulta nada fácil encontrar el equilibrio entre amor, respeto, justicia y disciplina, valores que pueden marcar la diferencia entre un hogar en armonía o uno desestructurado. Y es que dirigir un hogar es una ardua tarea que requiere las 24 horas y 7 días a la semana. No cabe duda que liderar un entorno de estas características es un reto ambicioso, que requiere de toda nuestra energía y empeño:
• Muéstrate firme y da instrucciones específicas para que tus hijos entiendan qué esperas de ellos. Tal vez es el lado menos amable, pero es importante ir fomentando la disciplina desde pequeños. Cuando tienen edades tempranas debes explicarles bien por qué actúas de esa manera.
• Fomenta la implicación de los miembros de la familia y la participación en todas las decisiones importantes, sabiendo quién tiene la última palabra. Cuando empiezan a ser más mayores es importante hacerles ver que su opinión también cuenta. Preguntarles es una manera de ganarse su confianza, y darles más responsabilidad a la hora de tomar decisiones es ayudarles a madurar y a que sepan enfrentarse a distintas situaciones.
• Debes ser siempre su punto de referencia, su 'refugio' particular. Debes escucharles, orientarles y dejarles actuar.
Una mujer que sabe gestionar una familia tiene grandes dotes de liderazgo, pues sabe cómo contestar a varios a la vez, cómo gestionar el presupuesto y, sobre todo, cómo repartir el tiempo y organizarse para hacerlo todo. Por esa razón no le tiene que resultar difícil ocupar un puesto de mando. Pero ¿debes tener unas cualidades específicas?
• Habilidades técnicas, relacionadas con el conocimiento y especialización de acuerdo al cargo que ocupas.
• Habilidades humanas, es decir, la capacidad de interactuar con la gente que está a tu cargo.
• Habilidades conceptuales, orientadas a tu capacidad creativa y a tu destreza a la hora de encontrar soluciones innovadoras.
Si crees que aún puedes mejorar aspectos de tu liderazgo, primero tienes que analizar cómo estás tú porque para poder mejorar a los demás tienes que mejorar tu primero. Recuerda que si no te has trabajado, si estás en un momento de inseguridad, si no te valoras o tienes la autoestima baja, te va a resultar muy difícil ser un buen líder.