Escrito por Sonia March y Mònica Peitx.
Llega el buen tiempo y con él la “Operación Biquini”. Para esta época, todos conocemos a alguien de la familia, a un amigo del trabajo, o nosotros mismos que con mucho pesar o con gran motivación se ponen “a dieta”. Empiezan los esfuerzos, seguir pautas a raja tabla, probar diferentes dietas o mil maneras de hacerlas. Las últimas novedades, las de la amiga del despacho, la revista de moda o Internet. Hasta que por la rutina, dificultad o por monotonía vuelven los viejos hábitos alimentarios.
¿Por qué casi nunca funciona la “operación biquini” y con ella las dietas milagro?
La razón fundamental es porque no se modifican los hábitos alimentarios. Hay que tener claro que no existe una dieta milagro ni mágica. Bajar de peso en un tiempo record, sin incorporar cambios y actividad física, es un proyecto que tiende a fracasar a medio y largo plazo. En una dieta el objetivo final debe ser el de modificar e incorporar hábitos más saludables.
Cuando se busca bajar de peso dejando de comer, por ejemplo, nuestro metabolismo activa sistemas para mantenerlo y reservar nuestros depósitos de grasa debido al estrés metabólico a que lo sometemos.
Nuestra memoria genética lleva la información de nuestros antepasados desde la prehistoria, donde períodos de escasez de comida llevaba a alimentarse cuando se podía o se cazaba. Nuestro cuerpo sin comer tiende a guardar...
Lo mismo pasa con la dieta del compañero de trabajo o de la amiga que también me puede servir a mi. Cada persona tiene unas características físicas, de salud, de rutina y estilo de vida. Solamente un profesional cualificado experto en nutrición puede confeccionarte unas pautas a tu medida y con probabilidad de éxito.
La dieta debe de ser flexible, adecuada, sin prohibiciones que pueden llevar a frustraciones y provocar más ansiedad.
Cualquier dieta que se defina como rápida no es la adecuada. Debemos bajar de peso reeducándonos, mejorando nuestros hábitos, y así evitaremos ganar peso en un futuro alimentándonos mejor.