Cada vez sabemos más de los efectos de la salud intestinal sobre nuestro estado de ánimo, nuestra energía vital y nuestra fortaleza a nivel inmunitario, entre muchos otros aspectos relacionados con el bienestar y el equilibrio del organismo, que viene a ser la salud. La Doctora en Ciencias Biomédicas y especialista en microbiota Sari Arponen, explica en su libro Es la microbiota, idiota (Alienta Editorial) cosas sorprendentes entorno a cómo las bacterias que conviven en cada uno de nuestros órganos puede determinar en cierto modo nuestra conducta, los pensamientos, la capacidad de concentración, la felicidad, el enamoramiento e incluso la atracción sexual que podemos sentir hacia otras personas. ¡Sorprendente y estimulante a la vez!
Lo hace desde una manera tan llana, documentada científicamente y repleta de anécdotas, que humildemente he decidido cuestionar casi todos los ámbitos de mi vida.
He empezado revisando mi alimentación, buscando qué puedo mejorar, para lograr que todas las bacterias que conviven en mi barriga, tanto las buenas como las malas, lo hagan en armonía. Ciertamente, parto de una base cuidada, pues llevo más de una década escuchándome, observándome, mejorándome. Como soy celíaca e intolerante a la lactosa, juego con la ventaja del diagnóstico que me obligó a prescindir de los alimentos con gluten, los lácteos con lactosa, los alimentos procesados, así como todos aquellos cuya base sean las harinas. Mi sensibilidad y amor propio me llevaron a identificar que tanto el azúcar, como el alcohol u otros tóxicos como el tabaco, no me hacían bien. Y ahora sé que alteraban mi microbiota, produciendo efectos en mí que limitaban mi felicidad y estabilidad emocional. La suplementación con cepas probióticas específicas para cada órgano es mi aliada, lo sé desde que ya no tengo caries, ni resfriados, ni piel escamosa, ni hinchazón abdominal, ni cistitis y vaginosis.
En esa búsqueda constante que en ningún caso me ha llevado a una obsesión por la comida, sino más bien a un reconocimiento de los efectos de cada pequeño cambio en mi bienestar, he aprendido que puedo automodularme. Como dice Sari Arponen, he alcanzado salud consciente, descrita como “un nivel de flexibilidad mental, inmunológica y metabólica suficiente como para afrontar cualquier estímulo estresante ante el que nos encontremos en la vida”. Yo aspiro a tener una vida larga. Por eso estoy planteándome seriamente seguir con el teletrabajo, alquilar una parcela en el campo, plantar un huerto y tener unas cuantas gallinas. Como los abuelos centenarios de los pueblos de antes, aquellos que vivieron guerras y comieron mucho menos que nosotros. Pienso que podría matar dos pájaros de un tiro haciendo sentadillas mientras recojo huevos o planto semillas. Y me parece un muy buen plan.
Lo del exceso de comida es algo serio. Se lo escuché hace poco a un cardiólogo estupendo que divulga sobre salud en Instagram. El Doctor José Abellán. Explicaba que hoy en día, tenemos más probabilidad de morirnos por exceso de comida que por su defecto. Dice que se le llama “inseguridad nutricional y obesidad”, la cual se presenta en forma de azúcares simples y sal, grasas poco saludables y alimentos procesados, provocando pandemias silenciosas llamadas obesidad, hipertensión, diabetes, cáncer y trastornos de la conducta alimentaria. Tal como lo hacemos Sari, yo y muchos otros profesionales de la salud, propone regresar a lo natural, de proximidad, cocinado en casa… (ya te digo que lo del huerto y las sentadillas es buen plan). Y mira, pensándolo a lo Marie Kondo, esa es otra cosa que he querido revisar: mantener un peso saludable. Que vendría a ser un porcentaje de grasa menor al 18 por ciento en varones y del 25 por ciento en mujeres. Y eso, lo logro comiendo eficientemente, alimentando correctamente a mis bacterias, que resulta que tienen más influencia en el peso de lo que nos pensamos, cosa que da que pensar antes de ponerse a hacer la dieta famosa de turno…
Cuando no sabía que era celíaca vivía en un torbellino de emociones, las cosas me afectaban sobremanera. No es que todo se debiera a mi disbiosis intestinal (alteración de la microbiota) pues una vez hube resuelto el problema y mi organismo regresó al equilibrio, fui capaz de determinar cómo era de sano o tóxico mi entorno social. A nivel personal, descubrí que todo estaba mejor de lo que esperaba (menos mal) pero a nivel profesional en mi otra vida altamente competitiva de multinacional, yo, mi sistema nervioso y mi microbiota estábamos constantemente poniendo a prueba mi salud, sometidas todas mis partes a un estrés crónico. La menopausia me brindó de cara la oportunidad de cambiar de trabajo, de alejarme de un entrono laboral que me agotaba y enfermaba, unas relaciones profesionales que ocupaban la mayor parte de mi vida. Lo cierto es que puede identificar lo que verdaderamente me movía, mi propósito de vida, liberarme, aligerarme, volver a sonreír, escribiendo un libro, artículos como este y ayudando a muchas mujeres a recuperar su salud y felicidad.
Siempre he sabido que el ejercicio físico me ayudaba mucho, pero en un retiro llamado PhyMov que combinaba el aprendizaje fisiológico con el movimiento, aprendí mucho de un gran experto en fisiología Adrián Castillo y de su compañero experto en terapia y movimiento Edu Domínguez. Resulta, que la masa muscular y el cáncer compiten por las mismas vías metabólicas, cosa que suma aún más puntos para moverse y entrenar, que no necesito pesas en los ejercicios de fuerza y que la respiración consciente e incluso pautada con los ejercicios adecuados relacionados con la hiperventilación y la apnea, son grandes aliados para prevenir enfermedades y combatir el peligroso estrés crónico, que por cierto, es otra de las pandemias silenciosas del primer mundo. Si te interesa el funcionamiento del cuerpo humano, échale un vistazo a Fisaac, alucinarás con sus webinars, artículos, infografías y podcast sobre fisiología.
De modo que, ya ves, lo de la dieta y el estilo de vida es mucho más que una coletilla que te sueltan los médicos. Más bien es algo muy relevante tanto para llegar a viejos como para disfrutar del camino. Y que implica alimentación y ejercicio físico eficientes, suplementación con probióticos siempre que se pueda, vida al aire libre, relaciones sociales sanas y propósito de vida.
Sólo una nota…si decides incorporar suplementos a tu alimentación, escoge simbióticos antes que probióticos ya que aportas los alimentos para las bacterias que incorporas en tu intestino y cuánta más variedad de cepas y concentración mucho mejor…porque sino será una gota en un inmenso océano llamado organismo.
Pero como sabemos que Roma no se construyó en un día y yo no te quiero aturdir sino más bien motivar, te invito a que, respirando profundamente 10 veces y reteniendo el aire durante el tiempo que aguantes en apnea, fijes tus nuevos retos hacia el bienestar.
Solo tú sabes donde cojeas ¿Por cuál decides empezar?