Una dieta saludable, la actividad física, evitar tóxicos ambientales y el aumento apropiado de peso durante el embarazo contribuyen a mejores resultados perinatales. Las mujeres antes del embarazo se beneficiarían de un adecuado asesoramiento sobre dieta y ejercicio durante la preconcepción y el embarazo. Estas etapas precoces de la vida son muy importantes para la salud del bebé incluso para su salud futura adulta.
La programación fetal consiste en que ciertas enfermedades o ventajas en salud en la edad adulta pueden programarse (valga la redundancia) durante la etapa intrauterina. En la década de los 80, el epidemiólogo inglés Barker, lanzó la teoría de la programación fetal. Haciendo mapas de distribución de enfermedades en Inglaterra, se dio cuenta que en las zonas más deprimidas (donde las embarazadas tenían dietas deficientes y nacían niños con bajo peso) en la siguiente generación, cuando estos bebés de bajo peso llegaban a la etapa adulta, tenían más predisposición a la obesidad, diabetes mellitus y enfermedades cardiovasculares.
Estudios posteriores confirmaron lo mismo: el bajo peso al nacer se asocia a una mayor predisposición a la obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares al llegar a la etapa adulta. La explicación es que el feto, al estar expuesto a un ambiente de déficit de calorías, produce una serie de cambios en sus genes (cambios epigenéticos) para que su metabolismo se transforme en un “metabolismo ahorrador”, y así poder sobrevivir en ese ambiente de déficit nutricional. Pero estos cambios adaptativos que se produjeron en sus genes y que le permitieron sobrevivir en esas condiciones adversas, pueden perdurar en su etapa adulta, predisponiéndole a una mayor tendencia a desarrollar ciertas enfermedades cardiometabólicas propias del exceso de nutrientes.
Actualmente, gracias a los avances en la investigación en este campo sabemos las etapas alrededor de la concepción son una ventana de oportunidad en la que si la embarazada tiene hábitos saludables y un entorno libre de tóxicos ambientales y estrés, esto implicaría una mejor salud para el bebé incluso para su salud en su vida adulta.
Micronutrientes en el embarazo
Los micronutrientes son vitaminas y minerales que se requieren a dosis adecuadas para normal funcionamiento, crecimiento y desarrollo del cuerpo humano. Se necesita durante el embarazo un correcto aporte diario de vitaminas del grupo B, vitaminas C, D, E ácido fólico, Yodo, Zinc, hierro, selenio, magnesio, para el adecuado crecimiento y desarrollo del feto, y aunque bien es cierto que todos estos micronutrientes están en los alimentos, es difícil valorar si se están tomando las proporciones adecuadas diarias, una revisión sistemática de 13 estudios controlados y aleatorizados concluyeron que las mujeres que tomaban suplementos multivitamínicos tienen menor riesgo de bajo peso fetal que las que tomaban ácido fólico sólo.
En cuanto al DHA, éste es un omega-3 que se encuentra en el aceite de pescado y algunas algas, sus requerimientos aumentan en el embarazo a 200 mg/día siendo necesario para el desarrollo visual, cerebral y mejoras de habilidades cognitivas. El DHA utilizado en los suplementos es mejor el procedente de microalgas y no de restos del pescado para evitar contaminantes. Dentro del ácido fólico es mejor aquellos en forma de metabolitos activos, los cuales tienen mayor biodisponibilidad. El hierro y el Zinc es mejor en forma de sales queladas para mejorar la tolerancia digestiva y favorecer la absorción.
La vitamina D en 600 UI diarias está implicada en el metabolismo óseo contribuyendo a la mineralización ósea, interviene en la regulación del fósforo y el calcio en sangre y juega un papel importante en el sistema nervioso, muscular e inmunitario. Por eso, su déficit puede ligarse a múltiples enfermedades inflamatorias, neoplásicas, autoinmunes… Es esencial para el desarrollo del esqueleto, su déficit en el embarazo podría asociarse al bajo peso al nacer. Metaanálisis recientes han observado mejores niveles de vitamina D3 o colecalciferol entre las madres suplementadas y una asociación positiva con el peso fetal, la masa ósea y el calcio sérico.