Menopausia silente

16 de Noviembre del 2022

La menopausia es ese momento fisiológico en el que finaliza nuestra menstruación. Es decir, nuestra última regla. Suele darse en un abanico de edad entre los 45 y 55 años de media. Y sabemos que hemos entrado en esta etapa vital cuando ya hace un año que no tenemos la regla, o sea que lo sabemos a efecto retroactivo por decirlo así. Y ese intervalo de tiempo que va desde que empieza a haber trastornos de ciclo hasta el momento de la menopausia, se denomina climaterio, que puede durar entre 2 y 8 años.  Es algo fisiológico, en la mayoría de las ocasiones, excepto en aquellas circunstancias en las que se provoca una menopausia yatrogénica, es decir, provocada por una intervención, ya sea quirúrgica (por extirpación de los ovarios) o médica (por agentes químicos, como la quimioterapia).

El hecho de que sea un momento fisiológico no significa que no tenga repercusiones en la salud y la calidad de vida de la mujer. Y dichas repercusiones van a ser muy variables en función de cada una de nosotras, y van a depender de cómo ha sido hasta el momento nuestra salud, nuestra actividad física, laboral, sexual. Es decir, que la base no va a ser la misma y de la misma manera, las manifestaciones no van a ser las mismas.

Bien conocidos son los famosos sofocos de la menopausia, esa ola de calor súbito, con o sin sudor acompañado, como en chimenea en la mitad superior de nuestro cuerpo (tórax, cara, cuello). Como también lo son los cambios en nuestro peso y distribución de la grasa y la disminución del deseo sexual. Algo menos conocidos son el insomnio, el cambio de humor, la labilidad emocional. Todos ellos son síntomas, que, aunque no todas las mujeres lo presentan, sí son los que nos llevan a consultar a nuestros profesionales.

Y, ¿a qué me refiero con menopausia silente?

Pues a toda una serie de cambios que, o por ser menos conocidos, o por no relacionarlos con la menopausia, o por ser menos consultados por vergüenza o tabúes, y que se relacionan directamente a la bajada de estrógenos, pueden quedar muchas veces infravalorados o infradiagnosticados e infratratados. Muchos de estos síntomas o enfermedades se asocian al propio envejecimiento del ser humano, pero en la mujer este proceso se ve acelerado a partir de la menopausia.

Por un lado, uno de los más importantes, perdemos la protección a nivel cardiovascular que nos dan los estrógenos y aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular, como son los infartos agudos de miocardio o las anginas de pecho. Este riesgo no avisa, no da síntomas hasta que se produce el daño. Sí, en cambio, el aumento del ritmo cardíaco, con síntomas como las palpitaciones, que no relacionamos con la menopausia y sí tiene un efecto en este. 

Existen también cambios a nivel neuromuscular, que se pueden manifestar en forma de migrañas o dolores musculares. 

Conocida es la osteoporosis y su relación con la menopausia. Esta enfermedad es silenciosa, no da síntomas hasta que el hueso se rompe o hay un aplastamiento vertebral, ya que la osteoporosis en sí misma no duele. En cambio, sí duele y es más evidente la artrosis, que es una enfermedad inflamatoria de las articulaciones, y que también aumenta su riesgo con la menopausia.

Con la menopausia aumenta el riesgo de síndrome metabólico, que consiste en toda una serie de enfermedades como la hipertensión arterial; el aumento de resistencia a la insulina, la intolerancia a la glucosa y consecuentemente muchas veces, la diabetes mellitus, la dislipemia (o aumento del colesterol) y la obesidad.

A nivel psicológico no deja de influir también esa bajada estrogénica, pudiendo verse mayor labilidad emocional, irritabilidad, cambios de humor, insomnio, disminución de la concentración y falta de memoria.

Y para finalizar, no por ello menos importante sino todo lo contrario, los síntomas y cambios a nivel urogenital, donde el papel de los estrógenos es de vital importancia. La mayoría de las mujeres refieren una mayor dificultad en las relaciones por sequedad vaginal, que acaba comportando dolor con el coito, disminución del deseo y la excitabilidad y cambios a nivel de las sensaciones orgásmicas. Y de ello hablaré próximamente….

Todos estos síntomas, tanto los que son evidentes y la mayoría de las mujeres asocian a la menopausia, como aquellos que no avisan o que no relacionamos con esta etapa o que por falta de comunicación no visibilizamos, pueden mermar la calidad de vida de la mujer. Y dada la esperanza de vida actual, esto implica un largo periodo sin esa protección que nos brindan nuestros ovarios.

Cada mujer es única, por eso cada menopausia es única y según la vivencia de esta, la implicación en calidad de vida y sus riesgos de salud, habrá que tratar de una manera u otra esta etapa. No existen tratamientos universales que sirvan para todas las mujeres. Hay que individualizar y valorar siempre de la mano de profesionales cual es la mejor solución.
 

 

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