El concepto de perfección es algo tan subjetivo y difuso, que cada vez que buscamos que alguna área de nuestra vida sea inmejorable entramos en un bucle de exigencia continua que nos lleva al agotamiento y frustración.
La maternidad no se escapa de esta bestia, por lo que muchas mujeres cuando se convierten en madres entran en un laberinto de continuas obligaciones (externas o autoimpuestas) sobre cuidado, educación, organización, disciplina, etc. en las que no se deja espacio para el error.
¿Y si entendiéramos que tal vez no necesitamos ser perfectas?
Tal vez, para destronar la creencia de “debo ser la mamá perfecta”, podemos intentar comprender y recordar que los pilares de la maternidad se basan en el cuidado, apoyo, educación y amor hacia nuestros hijos a través de un proceso de aprendizaje natural en el que hay cabida para los aciertos y fallos.
En definitiva, la maternidad es una etapa importante de la vida, pero no debemos pretender convertir la vida de nuestros hijos en un viaje permanente a Disney World, porque hacer esto tendrá un alto coste para nosotras.
Cuando caemos en el error de convertirnos por encima de todo en una madre perfecta, aparece en nuestras vidas el concepto de competición.
Y sí… cuando iniciamos esta lucha, empezamos a competir con todo el mundo (madres, primas y amigas, mamás de los compañeros de nuestros hijos, etc.).
Este camino hacia el Olimpo de las progenitoras impecables nos quita toda nuestra energía y confianza en nosotras mismas y hace aparecer las dudas en nuestra mente: ¿y si no soy suficiente para mi hijo?, ¿y si lo estoy haciendo fatal?, ¿y si me equivoco al educarlo?
Posiblemente en algún momento de vuestra vida como mamá, la respuesta a las anteriores preguntas sea sí. Porque no tenemos súper poderes y nadie nos ha dotado de todos los conocimientos necesarios para no fallar nunca.
¿Qué podemos hacer para hacerlo lo mejor posible sin caer en la auto-exigencia extrema?
Sentimos no tener la fórmula mágica para conseguir ser una madre perfecta, pero tal vez tampoco queremos que entréis en esa espiral de angustia por no conseguir una utopía.
Lo que sí tenemos son algunas claves para poder sobrellevar la maternidad de una manera más óptima para ti, ya que, si “si tú estás bien, tus hijos estarán bien”:
- Infórmate sobre los aspectos que necesites de la maternidad pero escoge las pautas que más encajen con tus valores. Por favor, no enloquezcas con el aluvión de tendencias que surgen cada día, si no aquellas que realmente estén en coherencia con tu forma de entender la vida.
- La paternidad es cosa de dos. No te olvides de compartir tareas o responsabilidades para poder tener un mínimo de espacio para ti. Y si eres madre soltera, buscar apoyo en familiares o personas cercanas puede ayudarte a sobrellevar las situaciones más difíciles.
- Por mínimo que sea, destina un poco de tiempo a ti. Dependiendo de la edad de tus hijos puede sonar a misión imposible. Pero tal vez, si en lugar de hacerle los deberes a tu hijo te tomaras un té, los dos saldríais ganando.
- Trabaja tus relaciones. Puede que en lugar de tomarte una copa con tus amigas pases a tomarte un café después de llevar a tus hijos al parque infantil. El entorno puede cambiar, pero el efecto que producirá en tu estado de ánimo las risas compartidas con tus amigas será igual de beneficioso.
- Comparte tus inquietudes y miedos con otras madres como tú, verás que en el fondo no son tan diferentes. Un buen ejemplo puedes encontrarlo en el Blog de las compañeras Malas Madres, toda una institución de mamás imperfectas pero mucho más auténticas.