La implantación de las redes sociales es tan intensa que a la mayoría nos cuesta imaginar cómo sería nuestra vida sin WhatsApp, Facebook o Twitter. Estas herramientas digitales nos permiten estar en contacto con gran número de personas, pero también han multiplicado las posibilidades de conflicto, afectan a nuestra imagen y los expertos ya advierten de que pueden causar adicción.
¿Sientes la necesidad de estar mirando tu smartphone a todas horas y entras en pánico cuando lo olvidas en casa? ¿Abres Facebook o Twitter sin levantarte de la cama? ¿Compartes viajes, cenas y compras en Instagram? Si la respuesta es sí, sigue leyendo…
Las redes sociales proporcionan una vía de comunicación rápida y efectiva y permiten entrar en contacto con otras personas con facilidad. Además, en estas plataformas solo proyectamos la parte positiva de nuestra vida (que estamos en la playa o comiendo en el restaurante de moda) y producen una gratificación muy rápida, ya que obtenemos feedback inmediato de amigos y followers. Unido a este reconocimiento personal se encuentra otra sensación muy placentera, la de sentirse en el mundo, conectado y activo mientras buscas información, publicas mensajes y fotos, mantienes conversaciones... aunque, en realidad, no estés haciendo nada realmente útil.
Siempre conectados
Las redes sociales son una gran herramienta si sabemos cómo usarlas. Sin embargo, un estado de conexión permanente provoca inquietud, falta de concentración y alteraciones del ánimo. Si se llega al extremo de pensar que no se puede estar un día sin acceder a estas plataformas, es probable que se hayan convertido en un problema que deteriore nuestra capacidad para relacionarnos con otras personas. Las personas que desarrollan un alto grado de dependencia de las redes sociales y a las emociones que generan, pueden sufrir ansiedad y estrés debido al alud de interacciones, además de otros problemas como:
- Sobreexposición Muchos usuarios no son conscientes de hasta qué punto se definen y retratan a través de la red social. El tono de los posts refleja el carácter íntimo de la persona, y las fotografías dan testimonio de los ambientes por los que se mueve.
- Falta de concentración. Ya no solo a la hora de afrontar las obligaciones laborales, la dispersión en los momentos que compartimos con nuestra pareja, hijos o amigos genera interacciones de baja calidad y falta de comunicación.
- Pereza. El bombardeo de información, el apoyo del grupo y la facilidad para expresar opiniones nos puede llevar a pensar que no necesitamos tomar decisiones, actuar o ser creativos en el mundo real.
- Problemas sentimentales. Un reciente estudio de Cyber Psychology and Behaviour Journal ha calculado queWhatsApp ha ocasionado 28 millones de rupturas amorosas, debido a las suspicacias que levanta la última conexión de la pareja o la falta de respuesta tras un doble check, la señal que avisa de que el mensaje ha llegado a su destinatario. Según este mismo estudio, el 95% de los usuarios de Facebook han buscado alguna vez a su ex, lo cual favorece las infidelidades.
Usa bien tus redes
Lo que es un entretenimiento y un punto de encuentro puede pues convertirse en una amenaza para nuestra imagen y en una fuente de conflictos personales. Para que el uso de las redes sociales no perjudique nuestra vida privada puedes seguir estas pautas:
- Vigila el acceso a tu intimidad. Puede parecer extraordinario tener un millón de amigos en Facebook o Twitter, pero si ofreces datos privados o subes fotos íntimas tuyas o de tus hijos, ten en cuenta todas las personas que van a tener acceso a esa información y lo que pueden hacer con ella.
- Limita el tiempo de conexión. Alguien pegado al smartphone termina irritando a sus seres queridos y levanta suspicacias en el trabajo. Establecer un horario de conexiones que no invada la vida real es un paso fundamental para un uso razonable de los dispositivos tecnológicos y sus aplicaciones.
- Evita la dispersión. Es preferible dedicar tiempo determinado a actualizar las redes que un 'entrar y salir' continuo a cualquier hora y en cualquier lugar.
- Vigila el acceso a las redes de tus hijos menores, especialmente los adolescentes. El tramo de edad más propenso a caer en la adicción a las plataformas sociales es de los menores y los jóvenes, ya que no han aprendido a regular aún sus emociones. Permanece atenta a síntomas como la falta de atención y establece momentos sin móvil en las comidas o reuniones familiares.
- Organiza tu tiempo de ocio en la vida real y apaga el móvil. Disfrutar de los tuyos y del mundo es mil veces mejor que contarlo.