Hace algún tiempo que le doy vueltas a la manera que tenemos las mujeres de enfocar la menopausia y de lo poco que sabemos respecto a los cambios que acontecen en esta etapa tan crucial en nuestras vidas y resulta que no me quito de la cabeza la cantidad de dudas que llegamos a tener. Entre lo que desconocemos y lo que no nos atrevemos a preguntar, se nos acumulan malestares y trastornos que afectan sustancialmente a nuestra calidad de vida.
Que se acumulen factores que impiden que nos sintamos bien y que, además, no les prestemos la atención que se merecen (la que nos merecemos) tiene tanto que ver con la falta de información como con una especie de limbo globalizado en el que las mujeres de entre 45 y 50 y pico flotamos socialmente.
¿Existimos? ¡Por supuesto que sí! Confirmo que nuestra existencia es exponencialmente imprescindible. Y que va más allá de la procreación.
A mí me gusta mirar hacia adelante, plantearme siempre en positivo las cosas que me ocurren y empoderarme a través del conocimiento para minimizar los inconvenientes de cada situación. Es decir, yo sé que la transición a la menopausia y la menopausia afectan a la calidad del sueño, que mi concentración se puede ver alterada, que mi estado de ánimo fluctuante puede determinar mis acciones, que mis huesos se debilitarán, que seguro que mi piel mostrará las consecuencias del cambio hormonal aproximadamente al cabo de unos 10 años de mi última regla, entre otras cosas que pueden ocurrirme y ahora, 8 años después de ese último sangrado natural, soy muy consciente de como todo ello, puede en algún momento, afectar a mis pilares de salud como son la autoestima, el rendimiento laboral, la vida social y la sexual. Y por todo ello, me ocupo, no ceso en la búsqueda de soluciones que me hagan sentir bien. Al fin y al cabo, mi bienestar es primordial.
Como experta en nutrición y divulgadora sobre menopausia, tengo claro que la alimentación y el ejercicio son de vital importancia y yo, las cuido con placer. Me he informado, lo he estudiado, lo llevo practicando toda la vida, forma parte de mi “estilo de vida”. Cada vez más cerca de la naturaleza y de lo natural.
Precisamente, la elección de un tratamiento natural para los síntomas de la transición y la menopausia suele comportar dilemas y errores, por varios motivos:
- El primero es que muchas mujeres no acuden a la consulta de su ginecólogo y suplen los síntomas que tienen automedicándose y sobremedicándose, a menudo con pastillas a base de plantas, olvidando que, estas también son farmacología. Y aunque lo natural no siempre sea inocuo y muchas mujeres tienden a pensar que no es necesario consultarlo con un profesional de la salud, hay soluciones que pueden optimizar nuestro bienestar.
- El segundo es que se suelen abandonar antes de tiempo. Es lo que se conoce como la falta de adherencia. Las plantas adecuadas producen un efecto sobre el organismo y es preciso darle a este el tiempo necesario para que se produzcan las reacciones deseadas.
- El tercero es que la palabra hormona produce rechazo y miedo, cuando en algunos casos, es el tratamiento más indicado.
- El cuarto, que resume en cierto modo los tres anteriores, es que olvidamos que cada una de nosotras somos únicas y que nuestro tratamiento merece ser individualizado.
¿Qué opciones de tratamientos naturales para la transición a la menopausia y menopausia tenemos las mujeres?
- La cimicífuga (Cimicifuga racemosa), es una alternativa ideal a la terapia hormonal de la menopausia THM por sus efectos sobre los receptores de la serotonina ayudando a aliviar los sofocos intensos, las sudoraciones nocturnas y el estado de ánimo.
- La melatonina, un regulador endógeno del sueño mucho mejor que los somníferos, porque el sueño que provoca es de mayor calidad y más reparador. Ayuda a regular el reloj biológico, evitando los despertares nocturnos. Al dormir y descansar, todo mejora.
- La Melissa officinalis L (Lamiaceae), se obtiene de las hojas del bálsamo de limón, las cuales se utilizan en la medicina popular iraní por sus propiedades digestivas, carminativas, antiespasmódicas, sedantes, analgésicas, tónicas y diuréticas, así como para trastornos funcionales gastrointestinales. Muy adecuada su combinación sinérgica con la cimicífuga puesto que esta planta medicinal parece jugar un papel activo en el manejo de las alteraciones emocionales como son la irritabilidad, la ansiedad y el nerviosismo.
- Vitamina D, La vitamina D participa activamente en la absorción intestinal del calcio y la maduración de las fibras de colágeno de la matriz ósea, además de la calcificación del hueso y el mantenimiento del remodelado óseo durante toda la vida. Es decir, que un aporte adecuado de vitamina D contribuye a la correcta mineralización ósea y tiene funciones esenciales para el mantenimiento de la homeostasis del calcio, el cual interviene en múltiples funciones en el organismo más allá de los huesos, de modo que tanto la vitamina D como el calcio son esenciales a nivel celular y tisular, así como para el sistema inmune. Así pues, durante la menopausia, la vitamina D juega un papel importante en la prevención de la osteoporosis y presenta efectos beneficiosos sobre la función y fuerza de la musculatura, por lo tanto reduce el riesgo de caídas.
- Las hormonas naturales son el tratamiento adecuado para aquellas mujeres en Insuficiencia Ovárica Primaria (también conocida como menopausia precoz) y para aproximadamente un 20% de las mujeres a las cuales les afecta tantísimo la sintomatología que en su subjetividad admiten que no pueden vivir bien. En esos casos, cuando las plantas no son suficientes, tanto la AEEM como la SEGO, exponen que la THM (terapia hormonal de la menopausia) es la más efectiva y recomiendan usarla antes de los 60 años y antes del los 10 del inicio de la menopausia. El momento es muy importante, es parte de lo mucho que ha evolucionado esta terapia, así como el tipo de hormonas. ¿Qué son las hormonas naturales? Pues aquellas que son idénticas a las que segregan las hormonas en el cuerpo. Esto aporta mayor eficacia y disminuye los efectos secundarios. Sin miedo al riesgo de cáncer de mama, pues la incidencia referida por el uso del THM es inferior al asociado al estilo de vida sedentario, alcoholismo, tabaquismo y obesidad.
- Una alimentación antiinflamatoria, rica en triptófano, vitamina k, vitaminas del grupo B, antioxidantes, omega-3, fibra soluble, agua…
De alimentación, estilo de vida y cambios metabólicos te hablaré en el próximo capítulo.
Por ahora, te dejo dándole vueltas a lo que te acabo de contar. Y si sientes que no sabes por dónde empezar, te invito a responder estas dos preguntas:
- ¿Qué es para ti el bienestar?
- ¿Cuándo fue la última vez que fuiste al ginecólogo?