El embarazo y el parto son dos de los momentos en la vida de la mujer en los que el organismo sufre una serie de cambios temporales y otros que pueden ser permanentes y que afectan al suelo pélvico.
Para empezar, decir que el suelo pélvico está formado por toda una serie de estructuras óseas, musculares y de tejido fibroconectivo (las fascias) que permiten la contención de los órganos pélvico dentro de la cavidad abdominal, pero también forma parte activa de varias funciones, como es la estática, la miccional, la defecadora y la sexual.
Como todo en medicina, el hecho de que nosotros tengamos una u otra enfermedad o una manifestación clínica va a depender de muchos factores,
Para las disfunciones de suelo pélvico van a influir factores genéticos y ambientales, y factores obstétricos.
Dentro de los primeros tenemos la predisposición genética, la edad, la obesidad, o el tabaquismo por ejemplo y dentro de los segundos, el número de embarazos y el tipo de parto son dos de los que toman especial protagonismo.
Veamos más detalladamente algunos de estos factores.
Una de las consecuencias de la evolución de la especie es que nuestro centro de gravedad se ve modificado al ponernos en pie, por lo que todas las fuerzas que se incrementan desde arriba van a ejercer presión sobre nuestro suelo pélvico y extremidades inferiores (a diferencia del resto de mamíferos)
Durante el embarazo nuestra estática cambia para poder modificar nuestro centro de gravedad ya que sino el peso de la gestación nos causaría caída hacia delante. Por lo tanto, cambia nuestra curvatura en la columna y nuestra estática pélvica afectando a todas sus estructuras.
También existe la síntesis de la relaxina, una hormona que se segrega durante el embarazo para facilitar la flexibilidad articular y ligamentosa para facilitar el parto. Pero que también se asocia a relajación muscular.
Otro factor que se ve implicado va a ser el aumento del peso. Un incremento excesivo va a ser un factor negativo también para el riesgo de sufrir repercusiones en el suelo pélvico.
Los hábitos de vida tienen un papel importante, como siempre, ya que, si existen abusos de tóxicos como el tabaco, van a favorecer el que se den cuadros de tos crónica, que aumenta la presión sobre la zona, así como va a dificultar la recuperación y regeneración de los tejidos una vez pasado el parto. O la realización de ejercicios de impacto y los que incrementan la presión intraabdominal, proyectándose hacia el suelo pélvico.
La existencia de enfermedades concomitantes también nos puede impactar en nuestro suelo pélvico, como serían el asma o el estreñimiento crónicos.
Y el mecanismo del parto también va a tener un impacto y riesgo en la funcionalidad posterior del suelo pélvico. De esta manera, tenemos varios factores que van a influir, como son el peso del recién nacido, a mayor peso, mayor riesgo; el tipo de parto, teniendo un especial riesgo el uso de instrumentos como el fórceps; el tiempo prolongado del periodo de expulsivo, que implica un mayor tiempo de estiramiento muscular y nervioso de los elementos que componen el suelo pélvico; o las episiotomías y los desgarros perineales, que pueden afectar a esfínter anal. Y evidentemente, a mayor número de embarazos y partos, mayor riesgo.
¿Y qué repercusiones pueden todos estos factores tener?
O, dicho de otra manera, ¿qué disfunciones de suelo pélvico tenemos?
Pueden afectar a la estática, es decir, ser causa de prolapsos, que son descensos de órganos pélvicos a través de la vagina. De esta manera tenemos cistocele, en el caso que el órgano implicado sea la vejiga urinaria, rectocele si se trata del recto, enterocele si son asas intestinales o prolapso uterino si lo que desciende es el útero. Y pueden darse de forma aislada cada uno de los compartimentos o de forman conjunta. Así mismo, pueden presentarse únicamente como prolapsos o conjuntamente con alteraciones en la funcionalidad.
Y si afectan a la funcionalidad, pueden dar lugar a incontinencias urinarias, básicamente las relacionadas con el esfuerzo, siendo la disfunción más prevalente. La incontinencia urinaria de esfuerzo puede presentarse en diferentes grados de severidad, y empeorar con el tiempo. Y puede presentarse de forma aislada o asociada a otros tipos de incontinencia como la de urgencia, que se caracterizada por la pérdida de orina con la urgencia miccional.
También puede verse afectada la continencia fecal, presentando incontinencia a gases o incluso a heces. Suelen asociarse a desgarros de esfínter anal.
Y, por último, pero no menos importante, estarían las disfunciones sexuales, sobre todo aquellas relacionadas con trastornos por dolor, como son la dispareunia e incluso vaginismos. Pueden ser a causa de cicatrices dolorosas, la sequedad vaginal. También podrían llegar a darse alteraciones en las sensaciones orgásmicas.
Todo ello hace que sea muy importante el establecer mecanismos de prevención, evitando dentro de lo posible los factores de riesgo y fortalecer el suelo pélvico, ya desde el periodo gestacional.