Hoy en día, la divulgación de la información médica certera y avalada por un conocimiento médico real es de gran importancia en una sociedad con un acceso enorme a todo tipo de datos. En este sentido, es importante hacer especial énfasis a la labor didáctica que debemos realizar como colectivo y especialmente como médicos especialistas en ginecologia y obstetricia para con las mujeres que confían en nosotros.
Debemos tener en cuenta que también forma parte de nuestra responsabilidad como ginecólogos y obstetras informar y explicar de forma entendible y, si cabe, detallada en la medida que corresponda, a nuestras pacientes los diferentes aspectos médicos que las conciernen y para los cuales tienen todo el derecho del mundo a conocer y comprender. Por este motivo, en la consulta, me gusta dar el tiempo necesario a cada paciente para que podamos aclarar cualquier duda o incertidumbre, así como para explicarles debidamente cada uno de los procesos que llevamos a cabo.
Como parte de esa labor divulgativa, en este artículo seguimos con la serie de las principales anomalías menstruales que pueden presentarse en los ciclos menstruales de las mujeres. En este caso nos vamos a centrar en dos síndromes algo desconocidos por la mayoría de pacientes que acuden a mi consulta.
Cuando hablamos de un síndrome nos referimos a un conjunto de síntomas o afectaciones que consideramos que son característicos, nos sugieren o bien suelen presentarse conjuntamente en determinadas enfermedades o situaciones patológicas. Básicamente, se trata de un seguido de síntomas que nos indican que existe una probabilidad considerable de padecer una determinada enfermedad.
Síndrome de congestión pelviana
El primer cuadro patológico del que os quiero hablar es conocido como síndrome de congestión pelviana. Dicho síndrome se caracteriza por un dolor crónico en la zona pélvica que habitualmente resulta irritante y exasperante para las pacientes. Este dolor pélvico se debe principalmente a la presencia de venas varicosas en la región pélvica, la zona genital y las piernas. También pueden presentarse varices en los ovarios o en tejidos próximos a estos.
Es importante destacar que en algunas ocasionas este síndrome puede aparecer de forma secundaria relacionado con un cabal reducido de retorno venoso en las venas ováricas o bien a una compresión venosa que obstruyen determinadas venas y acaba provocando la congestión venosa pelviana. A algunas de mis pacientes les extraña que puedan encontrarse varices en algunas zonas del cuerpo, pero debemos tener presente que también podemos encontrar varices en diferentes zonas y órganos e incluso en la vagina y no solo en glúteos o muslos que suelen ser las varices más conocidas.
En algunos casos, la presencia de estas venas varicosas pasa desapercibida o se presentan de forma asintomática. Aun así, el síntoma más característico es el dolor que se presenta en la zona abdominal, aunque otros síntomas importantes pueden ser las alteraciones en la micción, la presencia de sangre en la orina o bien la aparición de hemorroides.
El dolor pelviano puede aparecer después del embarazo y, de hecho, puede agravarse con cada embarazo. Este es el motivo por el cual las mujeres que padecen dicho síndrome se encuentren entre los 20 y los 45 años de edad y han tenido varios embarazos.
En estos casos es importante que las pacientes con dolor crónico en la zona pélvica acudan a su médico ginecólogo especialista para que si lo cree oportuno y sospecha de esta patología pueda derivar el caso al especialista vascular para obtener un diagnóstico certero y puedan empezar lo más prontamente posible un tratamiento eficaz que mejore el bienestar de la mujer. En algunas ocasiones, se puede detectar en consulta mediante una ecografía transvaginal, focalizando el punto de estudio en el paquete vascular del anejo izquierdo. Además, se puede confirmar mediante la realización de un TAC con contraste y podríamos ver, en algunas ocasiones una compresión de la vena renal entre la aorta y la mesentérica superior. El tratamiento se realizará de forma conjunta entre ginecología y cirugía vascular mediante tratamiento hormonal y/o quirúrgico si lo precisara.
Síndrome premenstrual
Otro síndrome del que os quiero hablar es el síndrome premenstrual. Este síndrome se caracteriza por el dolor mamario, las cefaleas, la presencia de zonas edematosas, ansiedad, cansancio extremo, y cierta variabilidad o agitación emocional alrededor de unos siete días antes de la menstruación. La lista de síntomas genéricos e inespecíficos puede ser aún más extensa según cada paciente, de esta misma forma, algunos trastornos preexistentes pueden verse empeorados antes de la menstruación. Debido a los síntomas descritos, es relativamente habitual que las pacientes confundan este síndrome como parte de su ciclo menstrual ya que los síntomas pueden ser muy similares a los que pueden presentarse durante la menstruación.
La tipología y síntomas que se presentan, así como su intensidad pueden ser muy diferentes entre pacientes con la misma patología e incluso una misma mujer puede presentar distintos síntomas antes de cada ciclo menstrual. La duración de la sintomatología también puede variar desde unas pocas horas hasta justo antes del inicio de la menstruación y por tanto del ciclo menstrual.
Es conocido en el ámbito de la ginecología que al menos 1 de cada 4 mujeres padecen este síndrome, pero que se calcula que podría llegar hasta un 50% de las mujeres de entre 20 y 45 años. Adicionalmente, un porcentaje considerable (alrededor de un 5%) padece una forma severa conocida como trastorno disfórico premenstrual (TDPM). En este último caso, los síntomas se presentan con una mayor intensidad, llegando a dificultar en gran medida el día a día de la paciente y afectando gravemente a su bienestar, no solamente físico, sino también emocional.
Las causas de la aparición del síndrome premenstrual no están claras y se asocia normalmente a múltiples factores, entre los cuales se destacan los trastornos endocrinos, factores genéticos o la deficiencia de algunas sustancias como la serotonina, el magnesio o el calcio.
En estos casos, lo primero que me gusta trasladar a mis pacientes es mucha calma y tranquilidad. Es importante no dejarse llevar por la angustia y la irritabilidad a la que puede conducir el síndrome premenstrual e intentar evitar una situación en la que los síntomas producidos por esta patología acaben controlando la vida de las mujeres que lo padecen. Por todo ello, acudir a una consulta ginecológica lo más prontamente posible es muy recomendable en estos casos. Un diagnóstico temprano nos permitirá evaluar la situación, hacer un seguimiento adecuado de los síntomas y, por último, pero no menos importante, adoptar un tratamiento efectivo y adaptado a cada paciente que nos permita garantizar su bienestar. En algunas ocasiones, es posible reducir notablemente o incluso eliminar por completo los síntomas cambiando el estilo de vida de la paciente o modificando ligeramente su dieta. En otros casos, podemos adoptar otro tipo de tratamientos que contrarresten los principales síntomas que aparecen durante los días previos a la menstruación.
Ambos síndromes son causa de malestar y preocupaciones para muchas mujeres, aunque desgraciadamente muchas veces este tipo de cuadros patológicos se encuentran infra diagnosticados. Nuevamente, la comunicación entre paciente y ginecólog@ se demuestra imprescindible para lograr detectar, diagnosticar, tratar adecuadamente y lo más prontamente posible las mujeres que padecen estas u otras enfermedades.