En pleno siglo XXI, en una sociedad tecnificada como la nuestra existen dos corrientes ‘novedosas’: En primer lugar una corriente industrial, médico-farmacológica, en pos de la investigación en la botánica tradicional , para exprimir al máximo las propiedades de las plantas naturales que miles de años antes, a través de miles de culturas diferentes, han servido para paliar enfermedades, carencias y cambios fisiológicos en los seres humanos. Por otro lado, una corriente de modernismo social por parte de las mujeres al rechazo de terapias artificiales hormonales para los síntomas de menopausia, con miedo a padecer un cáncer hormono-dependiente principalmente.
Una diana fundamental de la mujer en los últimos años en estas dos corrientes es la menopausia. Muchas mujeres padecen entonces síntomas asociados a la disminución de hormonas ováricas: sofocos, nerviosismo, insomnio, dolores articulares, sequedad de mucosas, vaginal… y es significativa su pérdida de calidad de vida.
Y así, intentando ganar terreno a la biología, con más fitociencia existen preparados que incorporan los famosos fitoestrógenos (estrógenos naturales de origen vegetal-principalmente isoflavonas) pero que además suman viejos conocidos del metabolismo celular (ácidos grasos esenciales de aceite onagra ) ; antiinflamatorios (salvia) , tranquilizantes (melissa) y antioxidantes, (pepitas de uva…) que disminuyen todos esos síntomas aborrecibles de la menopausia.
Pero… ¿Funciona de verdad? Tradicionalmente la medicina egipcia, la galénica grecolatina, o el chamanismo curativo de los indios nativos americanos lo avalan. Y en concreto algunas especies de las nombradas antes se han catalogado y usado por antiguos galenos y comadronas como ‘las plantas de la mujer’ para disminuir el dolor de regla, regularizar los ciclos ovulatorios/menstruales… con éxito.
En realidad por aquí empieza la terapia, cubriendo las necesidades desde la base molecular, ‘dando de comer’ a las células. ¿O es que acaso nos olvidamos de la píldora mágica? La aspirina (o los salicitalos de la hoja de sauce ya eran conocidos por los egipcios como analgésicos).
Quiero recalcar que la terapia hormonal, bien perfilada y controlada para la paciente adecuada es el tratamiento completo para los síntomas y otras enfermedades derivadas de la menopausia. Pero existe un cambio, novedoso o no, en la sociedad y en la industria farmacéutica y de nutrición hacia el bienestar natural que no podemos desoír ; y como médico, animo personalmente a mis pacientes en la consulta diaria a utilizar estas terapias y que las incorporen a su dieta habitual con total ‘naturalidad’.