Los Omega-3 son una familia de ácidos grasos de cadena larga poliinsaturados, que son nutrientes esenciales para la salud y el desarrollo. Desafortunadamente, estos no son sintetizados por el cuerpo humano y por lo tanto se deben obtener de la dieta o de suplementos.
Las investigaciones indican que los dos Omega-3 más beneficiosos son el EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico). Aunque la EPA y DHA se encuentran habitualmente juntos y trabajan juntos en el cuerpo, los estudios muestran que cada ácido graso tiene beneficios únicos:
- El EPA apoya al corazón, al sistema inmunológico, y favorece la respuesta inflamatoria.
- El DHA apoya al cerebro, los ojos y al sistema nervioso central, por lo que es singularmente importante para las mujeres embarazadas y lactantes.
Para una población adulta y sana, los Omega-3 han de conformar del 5 al 10% de las calorías totales de la dieta.
Los ácidos grasos Omega-3 son componentes estructurales del cerebro y de la retina durante el desarrollo del feto. Se ha estimado que aproximadamente 600 mg de los ácidos grasos Omega-3 son transferidos de la madre al feto durante una gestación a término. Por tanto la dieta de la madre antes de la concepción es de gran importancia, ya que determina en parte el tipo de grasas que se acumularán en los tejidos del feto. La placenta transporta selectivamente el ácido docosahexaenoico (DHA) de la madre al feto. Esto produce un enriquecimiento de estos ácidos grasos en los lípidos circulantes del feto, lo cual es vital durante el tercer trimestre de gestación, que es cuando el desarrollo del sistema nervioso es mayor. Se ha observado un incremento notable en el contenido de DHA en el tejido cerebral durante el tercer trimestre y después del nacimiento.
Algunos estudios sugieren que el consumo de pescado y el suplemento con aceite de pescado durante la gestación puede prolongar la duración de la misma, reducir la incidencia de partos prematuros e incrementar el peso del feto al nacimiento. El parto prematuro (el parto del feto antes de las 37 semanas de gestación) es una de las principales causas de discapacidad o muerte en los primeros cinco años de vida.
Las mejores fuentes de EPA y DHA son los peces de agua fría como el salmón, el atún, las sardinas, las anchoas y arenque. Muchas mujeres están preocupadas por el mercurio y otras toxinas que pueden estar presentes en el pescado, especialmente durante el embarazo. Por esta razón, los suplementos de aceite de pescado purificados son a menudo la fuente más segura de EPA y DHA.
Una excelente alternativa al pescado es tomar DHA a través de aceites de algas. Éstas presentan mayor proporción de DHA que el aceite de pescado y un elevado grado de pureza y un mínimo contenido de metales pesados, dioxinas u otros pesticidas. Además, su sabor y aroma son más neutros y gracias a su reducida acidez, evita las molestias gastrointestinales que suelen presentarse especialmente en la última fase del embarazo, por lo que la tolerancia digestiva es mayor. Y si resulta que eres alérgica al pescado, esta opción es para ti.
El aceite de linaza contiene ácidos grasos Omega-3, pero contiene la cadena más corta Omega-3, ALA (ácido alfa-linolénico), que es diferente de la de cadena más larga EPA y DHA. EPA y DHA son los ácidos grasos Omega-3 que el cuerpo necesita para la salud y el desarrollo óptimo.
La deficiencia de Omega-3 también aumenta el riesgo de la madre para sufrir depresión. Esto podría explicar por qué los trastornos del estado de ánimo pueden empeorar después del parto y comenzar antes, con embarazos posteriores.
Durante los primeros 1000 días, que contemplan la gestación y los primeros dos años de vida, el desarrollo cerebral y visual está en su máxima expresión. El cerebro aumenta 4-5 veces su peso, alcanzando un 90 % de su peso total a los 3 años de vida. El DHA y el ARA son importantes componentes estructurales de las membranas celulares del sistema nervioso central. La transferencia de DHA al cerebro depende de la cantidad de ácidos grasos disponibles en la sangre fetal, que es altamente dependiente de la ingesta materna y el traspaso placentario, y posteriormente de la transferencia a través de la leche materna o una fórmula láctea.
El DHA cumple sus funciones a nivel cerebral formando parte de las membranas celulares. Esta alta concentración de DHA en las membranas nerviosas les otorga especial importancia en la transmisión del impulso nervioso. Así mismo, el DHA se ha relacionado con la plasticidad cerebral y con el crecimiento, la diferenciación y la supervivencia de las neuronas.
Los efectos benéficos del DHA a nivel visual están relacionados con su incorporación a los bastones de la retina, estando directamente implicado en el desarrollo y la función visual, sobre todo en condiciones de baja iluminación. Por esto, el DHA se considera esencial para el correcto desarrollo de la retina, la visión y las funciones cognitivas, atribuyéndose efectos beneficiosos sobre múltiples indicadores, como un mejor desarrollo mental y psicomotor, capacidad de atención y rendimiento en tareas de resolución de problemas .
En base a los estudios revisados, podemos concluir que la suplementación con omega-3, en forma de DHA, produce un beneficio sobre la composición de ácidos grasos de la leche materna.