El déficit de yodo es una de las principales causas de retraso mental y parálisis cerebral evitable en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España se calcula que 3-5 de cada 10 embarazadas no consume las dosis diarias de yodo recomendadas, con grandes variaciones según las diferentes zonas geográficas.
El déficit de yodo es responsable de un amplio espectro de enfermedades que se engloban bajo el término de “trastornos por deficiencia de yodo” e incluyen:
• Retraso mental congénito y cretinismo. La consecuencia más grave es la alteración en el desarrollo cerebral y neurológico del feto, que ya es irreversible al nacimiento.
• Abortos de repetición
• Infertilidad por ausencia de ovulación
• Hipertensión durante el embarazo
• Retraso en el crecimiento en niños y adolescentes
• Bocio endémico
El YODO es imprescindible para que la glándula tiroides funcione bien y produzca hormonas (tiroxina o T4), en cantidad suficientemente normal. Esta hormona materna es fundamental para el óptimo desarrollo de la corteza cerebral del bebé, sobre todo en la primera mitad de la gestación. En el primer trimestre se produce normalmente un aumento de la concentración de T4 en la sangre maternal (“pico” gestacional), disminuyendo posteriormente. Parece ser que este pico es muy importante para el desarrollo de la corteza cerebral del feto, incluso todavía en la segunda mitad del embarazo, la glándula tiroides fetal no logra producir sus propias hormonas en cantidad suficiente, por lo que la contribución materna sigue siendo fundamental.
Las gestantes necesitan dosis diarias de yodo más elevadas que la población general (la OMS ha elevado su recomendación a 300 microgramos diarios, con un mínimo de 250), dosis que es muy difícil de alcanzar a través de la ingesta de sal yodada por motivos obvios. Por lo tanto es necesario, además del consumo de sal yodada, la utilización de suplementos en forma de yoduro potásico.
Hoy, la gran mayoría de las sociedades científicas recomiendan la suplementación con yodo durante todo el embarazo y la lactancia con 200 µg más de lo recomendado en población general (250-300 µg en total). Es muy importante que el suplemento se inicie, si es posible, antes de la gestación, igual que ocurre con el ácido fólico.
Por otro lado, un consumo muy elevado de yodo tampoco es recomendable pues se ha asociado a un mayor riesgo de tiroiditis autoinmune o hipertiroidismo en la madre e hipotiroidismo neonatal. Podemos estar tranquilas con la utilización de estos suplementos ya que no supone ningún riesgo porque las cantidades empleadas, aún sumando el consumo habitual de sal yodada y pescado marino, son muy inferiores a las que podrían causar problemas.