El agua es el principal componente del cuerpo humano, pero la perdemos continuamente de un modo variable en el que influyen entre otras cosas la edad y el calor. Es por eso que en estos días donde el calor tanto aprieta, hay que vigilar y cuidar especialmente la reposición de líquidos, para evitar posibles deshidrataciones.
Para ello, tenemos que aumentar la ingesta de líquidos sin esperar a tener sed, ya que confiar en la percepción de la sed no siempre es garantía de un consumo adecuado de agua.
Más allá del consumo de agua, qué es la solución a la deshidratación por excelencia, nos serán también útiles las bebidas isotónicas o, en caso de deshidratación acentuada (como son las diarreas o la sudoración excesiva), las conocidas como soluciones de rehidratación oral (SRO).
Hay que evitar el consumo de bebidas alcohólicas, muy edulcoradas o con altas cantidades de cafeína, ya que su aportación a la reposición de líquidos es negativa, porque favorecen más la eliminación por orina que la absorción.
Los alimentos, bien seleccionados, nos pueden ayudar también a mantener unas condiciones óptimas de hidratación. Así pues, evitaremos comidas copiosas y aumentaremos el consumo de lácteos, sopas (frías, tipo gazpacho), verduras, fruta de temporada y zumos naturales, que nos pueden ayudar a satisfacer las necesidades de agua.
Hay que garantizar la correcta manipulación y limpieza de estos alimentos, especialmente si se consumen crudos, para evitar problemas digestivos como la diarrea que resultaría un agravio para la deshidratación.
En colectivos con un riesgo extra o con mayor sensibilidad de sufrir deshidratación, como son los bebés, niños, ancianos, enfermos y deportistas se recomiendan una serie de medidas más específicas además de las de tipo general citadas anteriormente.