La necesidad de hidratación continua que requiere el período estival, sus agradables características organolépticas, su composición cualitativa, su interesante valor nutritivo y demás ventajas que presenta respecto a refrescos azucarados, bebidas excitantes y alcohólicas, son motivos suficientes para considerar la horchata de chufa como una bebida refrescante a tener en cuenta en nuestros hábitos de consumo y para incluirla en la Dieta Mediterránea.
La chufa es un tubérculo cuyo cultivo en la península fue introducido por los musulmanes en el siglo VII. Por las condiciones de la tierra y el clima templado, la Comunidad Valenciana fue el sitio idóneo para su arraigo y hoy en día existe una Denominación de Origen que protege el cultivo de la Chufa de Valencia. Aparecen en el siglo XIII las primeras referencias a la bebida elaborada a partir de la chufa, antecesora de lo que conocemos como horchata
Para elaborar horchata se pasa la selección de chufas lavadas y secas por un molino para triturarlas y se deja un tiempo en maceración, después se prensar varias veces y se obtiene el extracto final. Para finalizar el proceso se le añade azúcar (sacarosa) y se tamiza. El producto acabado debe enfriarse rápidamente a temperaturas próximas a los 0ºC y una vez fría estará lista para tomar.
Como todas las bebidas, su componente mayoritario es el agua por lo que contribuirá a la hidratación y será pues especialmente apetecible en verano. Además, al no contener ni alcohol ni cafeína, este aporte hídrico estará especialmente reforzado.
El resto de sus componentes mayoritarios son el almidón y la sacarosa, proteínas ricas en aminoácidos esenciales y grasas insaturadas (muy similares a las que aporta el aceite de oliva y por lo tanto cardiosaludables) que le dan propiedades energéticas (170-180 kcal por vaso de 200 ml) y hacen que su consumo sea muy recomendable en niños, deportistas y ancianos.
También es fuente de minerales (fósforo, magnesio, zinc, cobre y hierro), vitaminas E y C, enzimas digestivos (amilasa, lipasa, catalasa) y fibra que hacen que su aporte calórico no sea vacio si no que contribuya a cubrir las necesidades diarias de estos en el organismo y la función reguladora que llevan a cabo
Además, no contiene ni ácido fosfórico, ni glucosa, ni fructosa, ni gluten y su contenido en sodio es bajo, por lo que la puede tomar gente con diabetes, fructosemia, celíacos y personas que tengan hipertensión arterial.
Por último, gracias a las características de la fibra soluble que aporta (2,5g/vaso), tiene cierto efecto astringente y prebiótico de la flora intestinal, por lo que su consumo también es de utilidad para ayudar a reducir la probabilidad de Diarreas Estivales o para el consumo durante o después de estas.