Las castañas son un alimento típico de los meses de otoño e invierno, llegan en octubre y es sobre todo en la Fiesta de Todos los Santos cuando se comen castañas y boniatos, además de otros dulces propios de estos días. Ya empiezan a aparecer los puestos de castañas asadas en las calles de pueblos y ciudades con su característico olor.
Las castañas frescas son muy ricas en agua y carbohidratos, además contienen fibra y minerales como el fósforo y el potasio. Aportan menos calorías que el resto de frutos secos, ya que contienen muy poca grasa. Sus proteínas no tienen todos los aminoácidos esenciales, así que para obtener buena calidad proteica en dietas vegetarianas hay que mezclarlas con legumbres.
Para cocinarlas el primer paso es hacer un corte con un cuchillo afilado, y con mucho cuidado para no cortarse, y a continuación ponerlas 5 minutos a hervir para poder pelarlas bien. Luego se cuecen en agua o con leche, como hacen en Galicia, durante 30-40 minutos, y se usan para hacer un puré, una crema, mermelada, en rellenos, en guisos o para acompañar platos de caza.
Para asar las castañas hay tres maneras, la tradicional en el fuego a leña, al horno o al microondas. Recordad siempre primero hacer un corte en la piel para que no exploten, y a continuación ponerlas en el horno o bien usar una sartén especial para asar castañas (con agujeros) al fuego.
La forma más dulce es el marron glacé, confitadas y glaseadas con almíbar de azúcar.
No olvidemos la harina de castaña, apta para celíacos, para hacer pasteles, pan, tartas, coca, magdalenas y demás postres para disfrutar con toda la familia.